domingo, 30 de marzo de 2014

Homeless. Sexto acto ¿REALIDAD?. (21) Aprendizaje.

La sala del juicio no difería mucho a las que había visto en las películas o por la televisión en las noticias. Todo parecía tan normal, tan mundano. Homeless estaba sentado al final de la sala. No conocía a nadie pero había bastantes personas sentadas en las otras filas de bancos. No sabía ni que hacían allí, ni tampoco le importaba. Por su parte, los “imputados” permanecían en primera fila. Los tres miraban todo con perplejidad, asustados y sin comprender muy bien que hacían allí. Transpiraban miedo. Homeless lo  podía detectar perfectamente desde su sitio. 

De repente sintió la necesidad de salir de ahí. No tenía la más mínima curiosidad por lo que iba a ocurrir dentro de un momento.

-      Por mí, como si sale Dios con peluca blanca y el mazo en la mano- pensó -  no quiero ver más.
Homeless salió de la sala. Tenía bastante. No quería saber nada de la “justicia divina”. Y lo que es peor, seguía sintiéndose igual de mal que antes de llevar a cabo las sus misiones. El dolor y la culpa no habían desaparecido.

Continuó andando por el pasillo cuando al final del mismo reconoció  la figura del señor 2 sentado en un banco. Homeless pasó por su lado con la intención de no intercambiar saludo alguno con él. De todas formas el señor 2 no era muy hablador, así que no creía que se sintiera ofendido por ello.

Pero en está ocasión, y para su sorpresa fue el señor 2 quién le hablo:

-      Es muy pronto.

Homeless le miró extrañado – Es muy pronto para aliviar el dolor. No es tan sencillo.

El vagabundo se encogió de hombros a modo de contestación. Estaba dispuesto a reanudar su camino cuando de repente una pregunta le saltó a su cabeza. No pudo contenerse. Se giró de nuevo hacia el señor 2 y le preguntó:

-      Y si no lo consiguen…, preguntó el vagabundo
-      ¿me preguntas si la persona no se corrige después del juicio?

El vagabundo asintió con la cabeza. El señor 2 se quedó callado y la única contestación que le dio fue mirarlo fijamente.  No hacía falta más respuesta.

En ese momento Homeless lo entendió todo. Recordó las palabras del señor 1 en la celda: “El problema ocurre cuando esos sentimientos ocupan enteramente la vida de una persona. Ahí es cuando debemos intervenir para intentar corregirlo en lo posible…”

Estaba describiendo a personas como él. Sus almas se corrompen y el dolor y el sufrimiento lo embargan todo. Homeless comprendió que él, el señor 1, el señor 2 y todas las personas que estaban en este “piso” eran unas de esas almas corrompidas por emociones nocivas.  En ese instante supo también  que al igual que los hombres que había llevado a “juzgar”, él también había sido “juzgado” durante su vida para intentar corregirle. No lo recordaba pero estaba seguro de ello, Entendió que si la muerte te llega con esas emociones inundando todo tu ser, después de morir tendrás que seguir aprendiendo hasta que desaparezcan.

-      Y te prometo que el aprendizaje es muy duro – le dijo el señor 2 – el dolor desaparece muy lentamente. Cuesta mucho que aceptemos nuestros fallos y lo que es peor, que después nos perdonemos a nosotros mismos…

El señor 2 se levantó del asiento, alisó con sus manos su traje y antes de despedirse le hizo un recordatorio:

-      Por cierto…de todas las personas que te mandamos traer todavía falta uno. Sé que es difícil pero tienes que hacerlo…

Sin esperar contestación se marchó por el pasillo.

Homeless se quedó perplejo.  


Sabía que le quedaba mucho “tiempo”  en ese “piso” del edificio.

jlrr


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