A medida que avanzaba por
la abarrotada ciudad en plena noche, empezó a dolerme la cabeza. Tuve que
detenerme un par de veces, por la intensidad que llegaba a alcanzar en ciertos
momentos. Cuanto más tiempo pasaba con el dolor, más claramente podía
ver en mi mente unas siluetas azules que rodeaban a las personas que estaban
cerca de mí. Incluso veía a los que estaban en mi espalda y mis ojos no
captaban. Todo me parecía muy raro y lo asocié a mi altercado con Eduard... o
que la comida me estaría sentando mal y de una forma muy extraña.
Ya en la zona residencial,
iluminado solo por la luna, las estrellas y la luz residual que había en
algunas casas pensé que dejaría de verlo, pero me equivoqué: Aparte de ver
siluetas en las casas cercanas por las que pasaba, seguía habiendo una imagen que me
seguía y pensé que me estaba volviendo loco. Giré y me acerqué a lo que mi mente veía, quería comprobar si mis ojos también lo hacían. Nada más acercarme desapareció. Volví a seguir mi camino y la imagen reapareció justo en mi espalda.
Me di media vuelta y vi a una mujer, joven, de mi estatura, con una leve sonrisa. Me
separé, un poco extrañado. Tenía el pelo más corto que yo y de color rojo
intenso como el fuego. Hablando de fuego, tenía un tatuaje que asemejaba a una
fina llama: negra por dentro y la parte de fuera de color rojo, recorría su cuerpo de
la cabeza a los pies. Empezaba por el ojo derecho, bajaba por encima de la
nariz y seguía dando la vuelta por debajo de la oreja izquierda, para
reaparecer en el hombro derecho. El tatuaje se deslizaba en línea recta hasta la izquierda
de la cadera y en la pierna de ese lado caía hasta el pie como una escalera de
caracol. Se le podía ver casi todo el tatuaje pues solo llevaba una pequeña
chaqueta que estaba abierta y llegaba hasta las costillas. Unos pantalones muy
cortos y ajustados, unos guantes sin cubrir los dedos, unas zapatillas
deportivas y debajo de la chaqueta solo llevaba el sujetador. Todo de color
negro.
No dejaba de mirarme y yo la veía dos veces, una con mis ojos y otra la silueta que aparecía en mi mente. La misma silueta que creía que estaba siguiéndome. Como no decía nada me di media vuelta e intenté seguir mi camino, pero nada más girar me la encontré delante mía otra vez. Miré atrás, extrañado, ¿cómo se había movido tan rápido? Volví a mirarla y aventuré a preguntar:
-¿Quieres algo?
-A ti.
Callé un momento esperando que siguiera, pero no lo hizo y volví a preguntar.
Callé un momento esperando que siguiera, pero no lo hizo y volví a preguntar.
-¿Te puedes explicar
mejor?
-Sí
El silencio se mantuvo
otro rato. Esto me empezaba a fastidiar ¿Se estaba quedando conmigo?
-¿Vas a explicarte?
-Estoy pensando cómo...
Mantenía su sonrisa y no
apartaba sus ojos de mí mientras yo permanecía serio e intentaba descifrar qué
quería decir sin conseguirlo.
-Kazuo, ¿Sabes sobre una
profecía que se descubrió hace veinte años?
-Otra con el mismo tema,
me estoy cansando un poco de esa dichosa profecía.
-Qué pena-la sonrisa se
amplió por su derecha hasta mostrar los dientes e inclinó un poco la cabeza-
porque tú eres quien va a cumplirla.
Me quedé un momento pensando y empecé a reírme de esa absurda idea mientras la sonrisa de ella desapareció.
- No te rías, es la verdad Kazuo, tú eres el hijo del Diablo.
Me quedé un momento pensando y empecé a reírme de esa absurda idea mientras la sonrisa de ella desapareció.
- No te rías, es la verdad Kazuo, tú eres el hijo del Diablo.
-Ya claro...
-Entonces ¿cómo supiste
que te estaba siguiendo?
-Pues...- Reconozco que ahí me dejó sin
habla-...pero el Diablo tiene los ojos rojos -intenté defenderme
-Esos estúpidos que
idolatran a Dios e intentan meterte sus ideas en la cabeza no saben nada. Olvídate de todo lo que te cuentan de Dios y el Diablo porque es mentira.
-Acabas de decirme que esa
profecía donde el Diablo destruye el mundo se va a cumplir.
-Vale, me he pasado, pero
la cuestión es que no saben toda la verdad. Por ejemplo... lo de los ojos,
¿quieres que se te vuelvan rojos para demostrarte que no intento quedarme
contigo? Prueba a enfadarte -empezó a presionar mi pecho a medida que
hablaba- a enfadarte tanto que parezca que el corazón necesita salir del cuerpo
debido a cómo arde, a cómo te quema- su ligera sonrisa volvió- dime, ¿alguna
vez has sentido tanta ira como la que te describo? - hizo una pausa- no, no lo
has sentido y lo sé mejor que nadie. Te vigilo desde el día que naciste, lo sé
todo sobre ti Kazuo.- Se separó de mí y se puso seria- si no quieres creerme no
pasa nada, ya lo verás por ti mismo a medida que el poder entre en tu cuerpo.
Y con eso se dio media vuelta e hizo ademán de irse, pero la retuve de la muñeca izquierda.
Y con eso se dio media vuelta e hizo ademán de irse, pero la retuve de la muñeca izquierda.
-Eso no me sirve para saber por qué me estás siguiendo-Mostraba enfado mientras ella se
inclinó hacia atrás, manteniendo el equilibro gracias a que la estaba sujetando
y me miraba con una sonrisa cada vez más burlona. Se estaba divirtiendo a mi
costa.
-¿Cuánta explicación
necesitas? Te vigilo bajo las órdenes del Diablo. ¿Contento?
-Solo te estás burlando de
mí y no me gusta nada.-Entre el dolor de cabeza que no paraba y esta mujer
que me contaba cosas que no tenían sentido para mí en ese momento, cada vez
estaba más cabreado.
-Oye, con ese dolor de
cabeza dudo que lo puedas asimilar de golpe, ¿Por qué no
te vas a dormir y hablamos mañana? Tengo que preguntarle a tu padre cómo debo
actuar, ahora que sabes que estoy aquí. -Le sujeté la muñeca con más fuerza pero
ella parecía no notarlo -¿Intentas hacerme daño? ¡Oh vamos! -se bufó -Alguien que no sabe
ni qué ve, no puede hacerme nada. Por mucho hijo del Diablo que seas yo tengo
más entrenamiento que tú en el manejo de la energía.
-¿De qué?
-¿De qué?
Y se fue a trote mientras yo me quedé quieto viendo cómo desaparecía de mi vista al girar en una esquina. Aún así, seguía viendo esa silueta hasta que se alejó lo suficiente. Antes de seguir mi camino, otro golpe de dolor me obligó a estar agachado unos segundos. Cuando pasó terminé mi trayecto a casa. Mis padres no estaban, se habrían ido a cenar fuera como yo hice. Subí a mi habitación y me dejé caer en la cama. No se cómo, pero conseguí dormir a pesar del dolor.
jRS
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