miércoles, 19 de febrero de 2014

Homeless. Segundo acto RECHAZO (6). Desprecio.


-      No hay nada que hacer...no servirá de nada...

Un despacho de una oficina cualquiera de un banco a las diez de la mañana. Gente haciendo cola para que lo atiendan en el mostrador, teléfonos sonando... sin embargo todo está en un relativo silencio. Las personas no hablan entre sí, cada una está sumergida en su historia, en sus pensamientos. Una pareja acaba de entrar. No van hacia la cola, se dirigen directamente hacia el despacho del director de la sucursal.

-      Pasad, sentaos..., les comenta Javier, mientras les dedica una sonrisa.

María y Fran pasan y se sientan. Están nerviosos, él mantiene un rostro desencajado, pálido, sin esperanza alguna de que emerja ni siquiera una mínima sonrisa de sus labios. Ella parece algo más relajada, aunque mantiene la seriedad, muestra un gesto de simpatía al dirigir su mirada a Javier. Parece más una pareja en la consulta de un médico esperando malas noticias, que la oficina de un banco.

-      Me imagino que venís a hablar lo de vuestra hipoteca, ¿verdad?
-      Así es.
Javier se gira hacia su ordenador, y teclea los datos de la pareja. Su gesto poco a poco se muestra más serio.
-      La situación está bastante jodida.
-      Lo sabemos Javi, pero estamos desesperados, alguna forma debe de haber de salvar nuestra casa- es María la que habla, Fran está ausente con la mirada perdida.
-      Es complicado, no me dejan una nueva prórroga, lo hablé con mi jefe, pero es un capullo - insiste Javier- El banco os demandará e iniciará los procesos para la subasta de vuestra casa y el desahucio. Necesito alguna garantía de pago, algo con lo que convencerle...algún familiar que os deje el dinero...

En ese instante Fran reacciona, se muestra enfadado:

-      Nunca. No permitiré que otra persona asuma esto. No pienso utilizar el dinero de nadie.
-      Pero Fran, - intenta hablarle su mujer... - He dicho que no. Ya lo hemos hablado María...

Los tres se quedan entonces callados. Pero es un silencio estruendoso. Javi tira su bolígrafo contra la mesa. 

Vuelve a mirar al ordenador como esperando que los números se inviertan y pasan del color rojo al verde. 

Entonces es cuando el volcán estalla, pero lo hace por la boca que mostraba menos sufrimiento:

-      ¡Ya estoy harta!- grita llorando María - ¡Harta de todo! No hemos hecho nada malo. Cuando compramos la casa todo eran sonrisas y facilidades. - ¡No os preocupéis! ¡Esto se paga solo! ¡No vais a tener problemas para pagarlo!... incluso me dijiste que si llegaban tiempos difíciles el banco nos ayudaría - María seguía llorando, Fran la miraba, incapaz de consolar a su mujer. Javier se queda sin palabras. Se siente responsable...- María lo siento, yo jamás pensé que se pusieran tan firmes - hace unos años esto pasaba muy poco - y nunca pensé que os tocaría a vosotros.- ¿Pensar qué? ¿Qué Fran se quedara sin trabajo? Tampoco era tan descabellado...

Esa frase se transformó en un puñetazo para Fran. Otro gancho directo hacia su autoestima. Ella lo acababa de decir, esperaba que antes o después su marido fracasara. Sabía con quién se había casado, con un  fracasado. Fran jamás interpretaría las palabras de su mujer en otra dirección. Pensar que su esposa se refería a una situación normal, que quedarse sin trabajo en un país con tanto paro es algo que le puede pasar a cualquiera..., ese pensamiento jamás entraría en su cabeza. Ella lo decía porque en el fondo sabía cómo era su marido y 
aunque siempre lo había defendido pensaba igual que todos, pensaba como su padre...

 Lo siento María, no sé qué decirte...para mí esto no es fácil. Estoy cansado de este trabajo, si supieras el asco que me da. Vengo todos los días como una condena, tengo ataques de ansiedad, estoy en tratamiento...Todos los días tengo problemas, familias sin dinero, no puedo más...- Javier se sincera, pero inmediatamente pide disculpas nuevamente- lo siento María, no tenía que contaros mi vida, vosotros estáis jodidos y no me puedo comparar a lo que estáis pasando...pero por favor, dadme algo para poder seguir intentándolo...- Por primera vez Javier mira directamente a Fran: - Te entiendo, imagino lo que puede pasar por tu cabeza, pero no puedes sentirte culpable, deja que si alguien os puede ayudar, lo haga...piensa en tu mujer y tu hija...

Fran seguía pensando en las palabras de su esposa. Era obsesivo, atrapaba una frase y la transformaba en una bala que disparaba sobre él, lo hacía siempre...pero entonces escuchó a su esposa:

-      Cariño por favor, he hablado con mi hermana, está dispuesta a dejarnos el dinero...sólo será un tiempo, en cuanto puedas se lo devolvemos...- Fran volvía a  la mirada perdida, mientras María le seguía hablando: Ellos no están tampoco para tirar cohetes, pero tienen unos ahorros y pueden ayudarnos unos meses...por favor cariño - El llanto de María mientras hablaba era más munición....- Déjame intentarlo Fran, le pidió Javier...

Fran no habló, pasaron unos segundos hasta que realizó el siguiente gesto: asintió con la cabeza...

María continuó llorando...

-      Dejadme que hable con mi jefe una vez más, le ofreceré el pago de unas cuotas como gesto de vuestra intención de seguir pagando...Os llamaré en cuanto hable con él, ¿de acuerdo?

Ambos asienten con la cabeza, se levantan y salen por la puerta sin  despedirse de Javier.

-      Qué asco de trabajo - los pensamientos de Javier también llegan a ser obsesivos. Ya se lo dijo su psicólogo, al que acude desde que sufre ataques de ansiedad todas las mañanas -Curiosamente el estrés desaparece el viernes  noche y reaparece el domingo por la tarde, el origen del mismo está muy claro y se mantendrá mientras la situación en tu trabajo sea parecida - le explicaba el especialista - Javier, este estrés puede ser muy peligroso, ¿de verdad merece la pena? ¿No puedes aceptar otro puesto de  menor responsabilidad?...- al principio la explicación de José, su psicólogo le parecía exagerada y era descabellado pensar que él iba  a dejar su puesto, pero conforme pasaba el tiempo el estrés aumentaba, se sentía culpable de muchas cosas, de muchas historias...y estaba asqueado de sus jefes, de ver la indiferencia hacia los problemas de sus clientes. Ya hace algún tiempo tuvo un fuerte encontronazo con su superior que le obligaba a vender acciones de la entidad de la forma que fuera, llamando a sus clientes, insistiendo, presionándolos. Javier se negó a ello, fue el único que lo hizo. Su jefe le amenazó diciéndole que entonces no servía para ese puesto. En ese momento tenía que haberle pedido que le diera otra función, que lo pusiera en la ventanilla a cobrar recibos, pero no lo hizo..."si me quiere quitar que me eche a la calle, y que me pague la puta indemnización...". Esperó unos meses a que esto ocurriera pero nunca pasó. Pero ahora es todo más complicado, la indemnización es menor con las nuevas leyes..., de todas formas ¿merece la pena aguantar todo esta mierda?
A pesar de todo tenía que coger aire para marcar el número de teléfono...
Le temblaba la mano...pero lo hizo...ya no sólo por Fran, que era su amigo desde la infancia, sino por todo lo que estaba ocurriendo...

-      ¿Antonio?, soy Javier, Javi de la oficina cuarenta y tres.
-      Dime Javier, qué coño quieres ahora...- la relación no mejoraba en ninguna de las miles de llamadas que tenía que hacerle a su jefe...
-      Quería comentarte lo de la familia García Pérez...
-      ¿Quiénes?
-      La familia que te comenté, te dije que estaban intentando obtener el dinero para pagar algunos meses de la hipoteca que nos deben y así evitar nuestra denuncia.
-      Me importa un carajo, si hemos decididos denunciarlos serán porque ya habrían agotados los plazos...
-      Bueno hombre, pero han conseguido algo de dinero, nos van a pagar tres cuotas e intentarán conseguir más hasta ponerse al día...
-      ¡Te he dicho que no!, no puedo hacer concesiones, si lo hacemos con uno tendremos que hacerlo con todos y ¿de que iba a vivir el banco? ¿y tu sueldo de dónde saldría?
-      Antonio coño, se trata de humanidad...esta pareja tiene una hija pequeña, están haciendo todo lo posible por pagar al banco,…sólo te pido algo más de tiempo...
-      ¡Que no se hubieran metido en esa casa!- le cortó bruscamente su superior...
-      ¡Déjate de milongas, joder! ¡Si fuimos nosotros quienes los animamos...! ¡ y no sólo a ellos! - Antonio,-continuó Javier- ¿tú sabes las historias que escucho aquí todos los días? ¿Los dramas que nos cuentan?
-      ¡Pues ya sabes lo que hay!- la amenaza regresaba. Javier respiró hondo, controló su ira y decidió suavizar su tono:
-      Antonio, te lo pido como un favor personal, dame un poco más de tiempo, déjame renegociar su hipoteca... ¡si al final el banco saldrá ganando sí o sí!
-      ¡Te he dicho que no!

 Lo siguiente en escuchar Javier fue el pitido que indicaba que su jefe había colgado.

Javier tiró el auricular del teléfono. El corazón le palpitaba a mil por hora, sentía mareo, la ansiedad volvía... 

¿Cómo se lo iba a decir a Fran y María?

En ese momento recordaba las indicaciones de José cuando llegara la ansiedad...con un movimiento de espalda separó la silla en la que estaba sentado del escritorio...respiró hondo, soltó el aire despacio...entonces centró su mirada en un cartel de la oficina: "Si quieres tener tu casa nosotros te ayudamos" "Es muy fácil". Las caras sonrientes de una pareja posaban en la puta foto...
Javier se acercó de nuevo a la mesa,  recogió el auricular que todavía seguía con ese "bip sostenido", "parece un electroencefalograma cuando deja de latir el corazón...- pensó mientras su mano izquierda sostenía el teléfono y la otra marcaba de nuevo el número de extensión de su jefe.

-      ¿Se puede saber que cojones quieres ahora?- le gritó - ¡Cómo me vuelvas a hablar de esa pareja te juro que…
-      Antonio, -le cortó Javier- ¡ métete el trabajo en el culo, cabrón..!


Beeeeeeeeeeeeeeeeeeep

Licencia de Creative Commons


jueves, 13 de febrero de 2014

Homeless. Primer acto INJUSTICIA. (4) Corrupción.



Decepcionada.

Así es como me siento.

Cuando empecé en esto, estaba llena de ilusión. Me lo vendieron como una manera de cambiar el mundo, de acabar con la injusticia. ¿Y qué me he encontrado? Mentiras, promesas incumplidas, ideas radicales, gente que no ve más allá, estás conmigo o sin mí, con el partido o te largas…

Todo lo he aguantado. Lo he hecho porque también he encontrado gente como yo, he conocido gente noble que piensa sin fronteras, y que lucha por lo que cree justo...pero también he visto como esas personas no avanzan, no prosperan...

Puede ser que esté muy negativa. La decepción ha sido mayúscula al encontrarme con esto.
No soy una ilusa, sabía que en el mundo de la política hay corrupción, y que en todos los partidos hay gente dispuesta a entrar en el juego. Siempre he pensado que la política sólo es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Los ladrones, aprovechados, mentirosos...no son sólo patrimonio de los políticos, los hay en todos lados…pero esto,…esto es demasiado...esto demuestra que todo está corrompido.

Todo podrido y sin límites: robo, coacción, extorsión, prevaricación...e incluso probablemente asesinatos.
No puede ser, todavía no me lo creo.

Cuando el periodista contactó conmigo para contarme todo lo que había descubierto, no le creí. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo pensar que personas con las que comparto ideas, trabajo e incluso he considerado amigos, están metidos en esto?

Él me aseguraba que se había acercado a mí porque creía que yo era distinta, que podía ayudarle a seguir investigando. Me pasé unos meses sin creerle y rechazando incluso sus llamadas...hasta llegué a olvidar el asunto.

Pero entonces llegó el día…

…llegó el día que descubrí que todo lo que me contaba era verdad.

Entonces fui yo quién le llamó. En principio todo era una "simple" trama de corrupción. Dinero, dinero, dinero...el asqueroso dinero. Ya daba asco el asunto, pero seguimos tirando del hilo, tiramos, tiramos y tiramos...hasta descubrirlo todo...

Lo siento, todavía me resisto a creerlo. Además no me creo que Jorge esté metido en  esto. No hemos encontrado nada que lo inculpe directamente. Pero él es uno de los jefes.

Jorge fue quién me animó a esto. El que me convenció de que juntos podíamos cambiar las cosas. Quiero creer que todo se ha hecho a sus espaldas. Quiero creer que cuando se lo demuestre estará tan indignado como yo. Quiero convencerlo a que salga de esto, tengo que hablar con él. Le prometí al periodista que todavía no se lo diría a nadie, que aguantaría hasta que todo se publicara…me prometía que pronto lo destaparemos todo...

…pero no puedo hacerlo. Se lo debo a Jorge.

Desde que le conocí me llamó la atención. La política para mí era un terreno no deseado, sin atracción. Pero él me convenció de lo contrario. Me insistía en que era la forma de cambiar cosas. Me mostró como a pesar de los fallos, las cosas cambiaban. Lentamente sí, pero cambiaban.

La primera vez que nos conocimos fue en un congreso sobre política social. Me habían invitado a una mesa redonda sobre "Las políticas dirigidas a luchar contra las adicciones". Allí coincidimos. A pesar de su discurso politizado, confieso que después cuando nos tomábamos un café me conmovió su visión de las cosas. Parecía verdaderamente concienciado con el problema. Quedamos entonces para tener una reunión y explicarle el proyecto en donde yo trabajaba. Me dijo que buscaría fórmulas de colaboración. Concertamos el encuentro y días después me llamó su secretaria para fijar el día y la hora de la reunión. Me sorprendí bastante. Estaba cansada de promesas de reuniones y colaboraciones que después no llegaban a ningún lado. Pero Jorge parecía realmente interesado.

Quedamos y le expliqué mis ideas. Fue entonces cuando me contó que un hermano suyo tenía un problema de adicciones y eso le llevaba a estar muy sensibilizado con todo lo que tenía que ver con la lucha contra las drogas.

Desde entonces tuvimos mucho feeling, dentro de sus posibilidades me ayudaba en todo lo que podía, hasta que me propuso que me uniera a su equipo. Insistía en que me quería a su lado para metas más grandes y como le gustaba decir una y otra vez "cambiar las cosas".

Al principio me negué. A pesar de que me gustaba la idea, la política me producía rechazo.

Pero insistió, una y otra vez…

…y al final acepté su propuesta.

Di el paso. Dejé mi trabajo y me uní a su proyecto.

Y la gente confió en él, en nosotros.

Cuando ganamos, todo eran promesas, trabajo, unión... No me importaban los obstáculos, creía que luchábamos en la dirección correcta. Cuando estaba con él, me sentía  confiada, segura.

Pero todo se quedó en promesas…

Reconozco que siento atracción por él. ¿Cómo no sentirlo? Joven, guapo, con liderazgo...pero estaba casado. Así que nunca me he atrevido a intentar nada, mis principios me lo impiden. No sé si a él se le ha pasado por la cabeza, algo me dice que sí...miradas, abrazos...pero nunca ha habido nada más. Tampoco lo permitiría. Tiene una familia, mujer, hijos...

Tengo que llamarlo. Tengo que hablar con él. Seguro que reaccionará.

 Mi objetivo ahora es destaparlo todo. Si el sistema está podrido, habrá que abrir las ventanas.



Licencia de Creative Commons





jueves, 6 de febrero de 2014

Homeless. Primer acto INJUSTICIA.(3) Esclavitud.







Cansado.

Estoy muy cansado.

Queda poco para llegar a casa.

Llevo conduciendo mil kilómetros sin descanso y sólo he parado una vez para mear.

No puedo más. A veces pienso que este trabajo va a acabar conmigo.



Todavía recuerdo el día que me contrataron.

Llevaba parado más de dos años.

Era la primera vez que eso me ocurría. Antes siempre tenía trabajo. Era autónomo y con mi camión recorrí todo el continente como transportista.

Todo iba bien, hasta que llegó la puta crisis. Esta jodida crisis. Una palabra que no entiendo, ni siquiera sé bien lo que significa, pero me ha jodido bien.

Me ha jodido a mí, a los míos, a mi mujer, a mi hija, a mi hijo, a mis amigos, a mis padres...Todo se fue al carajo.

Después dos años de penurias, de facturas, de agobios,...tuve que pedir ayuda a mis padres, dos viejos de ochenta años que con su pensión mileurista alimentaban a cinco personas...qué asco, no podía más.

Y entonces llego la "suerte", la "alegría", un nuevo trabajo. Hasta lo celebré. Emocionado le di las gracias al hombre que me contrató. Mi mano tendida apretó la suya en un gesto de agradecimiento sincero. 

Recuerdo su mirada…entonces supuse que mostraba comprensión,…pero era todo lo contrario,…creo que le importaba una mierda...

Yo solamente era uno más, un pez que mordía el anzuelo, un anzuelo que representaba la única comida del mar y había millares de peces.

Al pescador le daba igual cual era el pez que iba a atrapar.

Al principio me resistía a pensar que era así, pero me equivocaba…si no era este pez, ya pescaría otro.

Pero al poco tiempo de empezar ya se encargaba él de recordarme esa idea, esa amenaza:

…"si no lo haces tú, ya habrá otro que lo haga".

Y desde entonces sólo podía aguantar, no tenía escapatoria…todo por un cochino sueldo, un sueldo que llevar a mi familia, a mi casa… un sueldo que hacía parecer  la escasa pensión de mis  viejos  la retirada de un banquero.

 Lo jodido es que ese cochino sueldo hace que mi hija pueda comer y pueda pagar el puto alquiler. Ese es el único objetivo que me queda en mi trabajo ahora...
…sobrevivir...



La carretera solitaria y con pocas luces que se cruzaban en su campo de visión, poco a poco fue dando paso a un paisaje cada vez más iluminado.

Había cruzado el país y estaba muy cansado.  Había hecho ese mismo recorrido otras veces pero nunca había estado tan agotado. Los ojos le pesaban más que nunca, incluso en alguna ocasión se habían cerrado. Sólo había sido un par de veces y ni siquiera un segundo, pero sabía que era muy peligroso.
Lo peor de todo es que no podía parar, tenía que llegar a la hora que su jefe le había impuesto. Por ello prefirió aguantar el cansancio y así no tener que escuchar broncas, gritos o amenazas.

No soportaba los gritos. A pesar de su aspecto de chico duro, en el fondo no aguantaba las situaciones tensas. No sabía lo que le ocurría pero en esos momentos, se ponía excesivamente nervioso. Un hormigueo le recorría todo el cuerpo y empezaba a sudar de forma exagerada. Siempre le había ocurrido así, por lo que prefería callar antes que tener que vivir ese tipo de situaciones.

Por fin el viaje estaba acercándose a su destino, aunque los últimos kilómetros se le estaban haciendo eternos.

Sólo quería llegar. Ni siquiera prestaba atención a las voces que salían de la radio. Siempre la llevaba puesta, era su mejor y única amiga cuando conducía. Escuchaba de todo, noticias, música, deportes…, pero desde hacía media hora no le prestaba atención, sólo quería llegar a casa.

Ya se acercaban las luces blanquecinas de los polígonos. El camión llegaba a su destino. Después de muchas horas al volante, tras un largo viaje, por fin podría descansar.

Aparcó. 

Bajó del vehículo y se dirigió a la oficina para entregar el parte de trabajo. Abrió la puerta y saludó a Alicia, la hija-secretaria que intentaba organizar todos los transportes. Parecía cansada. Pero esto no le extrañó a Juan.

“Este hijo de puta, explota hasta su familia”, pensó.

Pero la verdad es que estaba tan cansado que casi no intercambió palabra con ella. Simplemente le entregó el parte, la miró y bastó una ligera sonrisa como despedida.

- Descansa, que la paliza ha sido grande, dijo la muchacha. Dale un beso a tu mujer y a los pequeños de mi parte. Nos vemos mañana Juan.

Alicia siempre era amable con todos, conocía la situación e intentaba que fuera lo más agradable posible para que el personal se sintiera a gusto.

Pero el ambiente amable y relajado duró poco. Sólo el tiempo que tardó el dueño en entrar en el despacho.

- ¿Qué es eso de hasta mañana?

- Juan acaba de llegar, papá. Ha hecho mil kilómetros, no puedes mandarle otra vez fuera.

- ¿No? ¿Y entonces quien lo hará? Es el único que está aquí y el pedido hay que entregarlo, así que ya sabes Juanito. Te tocó.

- Pero jefe, tengo que dormir...

- Venga ya, no me jodas, ya dormirás cuando vengas, son sólo doscientos  kilómetros, es aquí al lado. Cuando llegues entregas la carga y te echas a dormir en el camión. ¡Esto es lo que hay!
Como siempre ocurría el tono de su voz iba en aumento. Al final siempre acababa con una amenaza.

- ¡Siempre igual joder!, continuó, ¡a joderse!  ¡Parece que soy el único que se interesa por el negocio, ustedes os dedicáis a conducir y a poner la mano a fin de mes! ¡Pues a joderse! ¡Me tenéis harto todos!...

… ¡ya sabes Juan, o lo haces o a la puta calle! 

Una voz, un portazo y se acabó. Siempre igual.

Juan miró a Alicia y cogió el nuevo parte.

- ¿Qué camión me llevo?

- El tres, contestó Alicia.


- Tomo un café y me voy. 



martes, 4 de febrero de 2014

Homeless. Primer acto INJUSTICIA. (2) Soledad.

Dibujo: Jose Ignacio Caramés
soledad










Frío.

Es lo único que siento.



No tengo hambre, tampoco sueño. Únicamente  frío. Jamás pensé que doliera tanto.

No recuerdo ni siquiera donde estoy. Me duele, incluso, al abrir los ojos.

No quiero dormir…pero los ojos no se abren.


Borracho.

Es la palabra que más recuerdo en mi vida.

Es verdad que ha sido mi refugio, pero ahora no estoy bebido.

Simplemente no puedo abrir los ojos. Me duele todo el cuerpo. Noto miles de  alfileres que se me clavan por todos lados.

Gritos, sólo escucho gritos.

 Intento abrir los ojos,…sólo un poco…luces lejanas…

Gritos, y más gritos…

La noche ya ha llegado a la ciudad. Un manto negro  poco a poco cubre todo su cuerpo. Los últimos rayos de sol han sido sustituidos por las luces amarillentas de los focos y lámparas.

Se ve poco, pero aun así, una imagen resalta sobre todas:

Un hombre sentado en el suelo apoyando su espalda sobre la pared de la entrada de un hospital.

-      Acaban de sacarlo– le comenta un hombre de aspecto envejecido a otro aparentemente algo más joven. Están fumando un cigarro  en la salida de urgencias  – Yo he visto cómo un celador lo acompañaba hasta aquí, después el hombre se ha sentado en el suelo.
-      Estará borracho, estos están siempre igual- le respondía el otro fumador.
-      Sí, pero de todas formas este hombre no está para dejarlo en la calle….
-      ¿Y qué van a hacer con él? Estos están hasta arriba y no tienen tiempo para atender a borrachos…

Su interlocutor no responde, solo un ligero movimiento de hombros varía su figura encogiéndola un poco.

 Los dos hombres apagan sus cigarros y entran en el hospital.

Tampoco la imagen que ahora queda es tan extraña:

Una ciudad que se apaga. El frío y la oscuridad  lo inundan todo lentamente. La puerta de urgencias de un hospital con algunas personas en su entrada, cansadas y disgustadas por estar allí…

…y un vagabundo, sentado en el suelo y apoyado en la pared a pocos metros de la puerta…

No tiene rostro, sólo una barba y unos ojos cerrados se dejan ver debajo de un sombrero negro. Un abrigo largo, oscuro, roto y sucio completa el retrato del indigente.

Nadie se acerca, ni él mismo está ya allí…

Minutos más tarde,  dos celadores salen de la puerta y se acercan al vagabundo…

-      Señor, le dice uno de ellos… Señor – insiste – vamos a trasladarlo al albergue…

-      Manuel, ya viene la ambulancia…-le indica su compañero.

-      No lo entiendo, este hombre no está para sacarlo de aquí…

-      Y tú qué sabes –le espetó el otro- no sabía yo que ahora eras médico.

-      No me jodas, Paco, no hace falta ser médico para saber esto, si ni siquiera responde cuando le hablamos…

-      Porque está borracho, ¿no lo ves?

La ambulancia llega a la entrada del hospital. El conductor se baja y sin saludar abre la puerta de atrás del vehículo.

-      ¡Otro vagabundo borracho, vaya semana que llevo! Es llegar el invierno y caen como pajaritos – dice el conductor

-      Qué lástima de homeless – susurra Manuel.

-      ¿Qué has dicho? – le pregunta sorprendido Paco.

-      Homeless…sin techo…personas sin hogar…

-      Jajaja – grita Paco – ahora el niño se me pone fino…tú sabrás mucho inglés y alemán…y tendrás muchas carreras…pero al final tienes que dar gracias a Dios por tener este trabajito. Así que déjate de “jomelis” y vamos a meter a éste en la ambulancia…

Los dos celadores levantan con cuidado al vagabundo. De repente un olor nauseabundo embarga todo el aire que respiran…- joder, que asco – dice Paco – tápate la boca Manuel, que vamos a vomitar…

A duras penas consiguen colocarlo en la camilla y meterlo en la ambulancia…

-      Ahora me toca a mí fastidiarme con esta peste, así no podré ni conducir…vaya leches… ¿alguno de ustedes me acompaña?

-      Yo, responde Manuel…

-      Anda sí…-ve con él- y de paso le enseñas inglés por el camino…jajaja - le vuelve a gritar Paco a su compañero

Manuel le responde con una mirada que a punto estuvo de convertirse en un  rayo y fulminar al celador… la verdad es que no hacen falta palabras para mostrarle al imbécil de su compañero  lo que quería decirle.

- Joder, no te enfades…parece que es tu hermano. Vas a tener que tomarte estas cosas de otra forma porque este es el día a día de un hospital- le comentó Paco sorprendido por la “respuesta” de Manuel.

Pero su compañero sigue sin responderle. Lo único que hace es montar en la ambulancia.

El conductor cierra la puerta de atrás no sin antes advertirle con un gesto a Manuel sobre el mal olor que tendrá que aguantar. Después se sube en su asiento y arranca el motor.

-      Pronto llegaremos, el albergue no está lejos.

Paco espera que la ambulancia se aleje del hospital para entrar en Urgencias. Todavía se sigue riendo de su broma:

-      El profesor...tanto estudiar y acaba como yo que no he cogido un libro en mi vida…no sé qué se creen estos niñatos… qué pardillo.

La ciudad volvió al silencio. Pero hay un pensamiento que es capaz de romper esa muralla. Lo triste es que nadie lo puede escuchar:



“…Me duele todo el cuerpo…siento un movimiento continuo… una figura está cerca de mí…es cálida”.

“Cierro los ojos…ahora es cuando veo, ¿qué me ocurre? ¿Qué hago yo aquí?”

“¿Quiénes son esas figuras?…Es mi mujer, me habla, se enfada, me grita…llora, todos lloran…”

Solo el grito de la ambulancia se escucha en el manto oscuro que tapa la ciudad…

“…grita, grita, grita…”