Todo empezó un día normal: el sol todavía no
había salido pero ya no se veían las estrellas, no había casi nubes. Estábamos apunto de llegar a
verano y todos en la escuela deseábamos que llegasen las vacaciones. La humedad
en esta ciudad normalmente es alta y hoy no era una excepción. Salí de casa con
el uniforme escolar: para los chicos se componía de unos pantalones azul
marino, una camisa blanca y una chaqueta también azul marino. Me veía con una
pinta ridícula, pero que le voy a hacer, tengo que ir al instituto. Para las
chicas, la diferencia estaba en que no llevaban pantalones, sino una minifalda
que cubría hasta un poco por encima de la rodilla. Vivía en una zona
residencial, donde las casas unifamiliares están rodeadas de muros grises. Las
calles son rectas, los coches escasos y si no fuera por los números de las
casas, a veces me perdería. El colegio está en medio de la zona residencial, y, como siempre,había quedado con ella para hacer el monótono
recorrido y que no se nos hiciera pesado.
-Buenos días, Cristal.-y empezamos a caminar en
dirección a la escuela.
-Hola Kazuo- Contestó con su brillante sonrisa.
Cristal era una chica poco más baja que yo. Tenía el pelo largo, liso y oscuro con un esplendor
que envidiaría el sol. Sus ojos eran claros como cristales. La mirada azulada
que mostraba siempre me dejaba estupefacto. Si existiera el cielo en este
universo lo rechazaría por ver su rostro y perderme en sus gestos. Al igual que
yo, tenía dieciséis años. Nos conocemos desde primaria y siempre nos hemos
ayudado mutuamente. Íbamos a la misma clase de instituto.- Pasé la noche en
vela estudiando, ¿Tú como lo llevas? -dijo exagerando el cansancio
-Sabes que yo nunca estudio.
-¡Oh, claro, el señor apruebo sin estudiar!- me
dijo con un tono entre desprecio y cachondeo.
-No es culpa mía, simplemente...-empecé
extrañado.
-No empieces a darme escusas.-me cortó en plena
frase.- un día de estos suspenderás y me reiré en tu cara- comentó con una leve
sonrisa.
-¡Qué gran amiga eres!-dije con ironía. La
amarillenta luz del alba empezaba a iluminar el colegio y ya se podía ver desde
donde estábamos. La escuela tenía una estructura simple de dos pisos de altura
y con forma rectangular. Los pasillos eran largos y anchos con unas ventanas
que ocupaban casi toda la pared. La pintura externa e interna era blanca.
-Pero ahora que lo pienso, te cuesta mucho
aprobar religión, jajaja.-hizo una pausa y me dijo- si quieres puedo ayudarte a
aprobarla, ¡Ésta tarde te vienes a mi casa y repasamos las dudas que tengas!
-No gracias.
-¿qué pasa? ¿rechazas mi ayuda?- me miró
enfurruñada-¿te recuerdo que religión es la clase más importante de todas?-
Siempre tenía que estar recordándomelo. La conversación terminó ahí, puesto que
habíamos llegado a la entrada del colegio y se fue con su amiga sin decirme un
"hasta luego" o "nos vemos en clase".
En la escuela estudiábamos de todo, pero como
me había recordado Cristal religión era la asignatura más importante de todas. Ya que, al contrario que en otros universos, se conoce la existencia de Dios y
del Diablo. Os voy a contar en qué consistía religión: en esta clase diaria,
nos explicaban las funciones que tenía Dios, del Diablo solo nos decían que
convertía todas las almas que podía en esclavas o las absorvía. De la misma forma que nos convencían de que sus acciones siempre son
para mal, dando como ejemplo los actos que tuvo en la historia. Del que siempre
hablaban es de Dios y de que sin él no existiría la vida, ya que crea todas las
almas de los seres vivos. La posibilidad de que en el mundo seamos más y más,
tanto animales como cualquier otra forma de vida, es gracias a la constante creación de almas por parte del
"actual" Dios. ¡Sí, he dicho actual! Dios,al igual que el Diablo, es
mortal. Unos años antes de morir, ambos buscan descendencia y los 2 hijos(uno
por parte del Diablo y otro por parte de Dios) que sobrevivan al nacimiento son
los que heredarán los poderes de los padres. En religión nos enseñan que
debemos evitar el contacto con el Diablo y que aunque sepamos su aspecto
original, vayamos con cuidado, pues con sus poderes puede cambiar de forma.
Según tenemos entendido, Dios y el Diablo tienen los mismos poderes, pero Dios
los usa para dar vida y el Diablo para sacar beneficios personales y perjudicar
a la humanidad. También cinco o diez minutos de la clase los usamos para rezar,
pero dudo que esté los suficientemente aburrido como para escuchar a las
personas que intentan hablarle, yo por mi parte no rezo. Aprendemos que sus
vidas terminan a los quinientos años y calculamos cuándo aparece un nuevo Dios
a lo largo de la historia. Cuando supe eso, pensé en el fastidio de saber que
tu muerte es el día de tu cumpleaños. Si Dios es mortal, os estaréis
preguntando cómo puede ser Dios. Es que, en este universo, hay dos cosas que
caracterizan a Dios y el Diablo: sus poderes y que carecen de alma. Aquí, al
contrario que en otros universos, no existe la creencia de un paraíso detrás de
la muerte.Tu alma
se reencarna en otro ser vivo o puede convertirse en esclavo del Diablo, es lo que nos cuentan. La
diferencia entre un alma recién creada y una que ya ha pasado por muchas vidas
es la experiencia. Nunca te acuerdas de las vidas pasadas, pero una vida que
tenga un alma que haya existido por más tiempo tiene mejor adaptabilidad e
instintos de supervivencia para uno mismo o para los demás, depende de cómo
haya actuado en vidas anteriores. Dentro de poco es la muerte del actual Dios y
sus poderes se pasarán a su hijo, de la misma forma que el Diablo. Yo creía que
la sociedad actual es demasiado extremista contra el Diablo. A veces tenía miedo de cómo influye en las personas la educación y el convencimiento de que
todo acto hecho por Dios nos beneficia y las acciones del Diablo nos
perjudican. Provocan que la mayor parte de la gente sea capaz de hacer y
permitir cualquier cosa que Dios mande.¿Y si a la siguiente generación de Dios
le da por gobernar el mundo a su antojo? Creo que debería haber un mejor
equilibrio entre ambos personajes, justo como ha sido hasta hace poco más de
doscientos años. En aquella época las personas no estaban tan obsesionadas a
favor de Dios como ahora, aunque el Diablo siguiera siendo odiado por la mayor
parte de la humanidad. Todos, o casi todos en la escuela, apoyarían a Dios
hasta la muerte, incluida Cristal. Ella intentaba enseñarme por qué era tan
maravilloso, pero respetaba mi opinión y hacía bromas de que un día Dios me
castigaría-lo tendrías merecido - terminaba comentando con una risa picarona.
El timbre sonó y entramos en clase con gran
escándalo. Las mesas del aula estaban colocadas de dos en dos y hacían dos
pasillos hasta la sexta fila, donde acababan las mesas y estaba la puerta. Yo
me sentaba en el centro, en la segunda fila, junto con mi compañero Marc. Medía
1,96, era el más alto de la clase y su extraña forma de poder tumbarse en la
silla sin sobrepasar los límites de su mesa dejaba ver a los de atrás. Tenía el
pelo corto y rubio. Tenía los ojos verde oscuro y a veces los confundía y creía
que eran negros. Era un compañero divertido y un gran rival en el baloncesto,
siempre acabamos muy igualados en el uno contra uno. Cristal se sentaba delante
mía con su amiga Mari. Ésta tenía el pelo castaño y rizado y sobrepasaba por
poco los hombros. Sus ojos eran de un claro marrón. Su estatura superaba a la
de Cristal y a la mía por unos centímetros, 1,80. El único compañero que me
queda por presentar de los que solía relacionarme es el memo de Eduard. El pelo
castaño claro y muy, muy corto. Medía lo mismo que Mari. Sus ojos eran oscuros,
y cuando lo miraba fijamente, me daba la sensación de ver en su hueca cabeza
las pocas neuronas que tenía, pidiendo ayuda por estar atadas a ese sujeto.
Todos en nuestro pequeño grupo de cinco teníamos la piel clara y en verano
cogíamos un poco de color. Antes de que llegara el profesor, fue a la primera
fila a besar a Cristal. Siempre me preguntaba qué ve en ese tipo como para estar
saliendo con él. Es un idiota que no sabe apreciar lo que tiene, y espero que
Cristal se de cuenta antes de que sea demasiado tarde.
Cuando el profesor llegó, todo el mundo se
sentó y guardó silencio. Tenía una gran barba de color castaño. Sus ojos
oscuros intimidaban a cualquiera cuando se ponía serio. A mi me daba miedo cuando se enfadaba, con esa mirada que
lanzaba, que paralizaba el cuerpo y la mente durante unos segundos. La avanzada
edad que poseía se empezaba a notar en
la pérdida de pelo, también castaño. Los
únicos profesores que nos daban era éste y la profesora de religión. Él nos daba todas las asignaturas y
exceptuando a cuando le enfadábamos, era una persona muy amigable, por lo que
nos comportábamos debidamente... Casi siempre. Entramos a las ocho en punto a clase, damos tres
asignaturas en cuatro horas y media y nos mandaban a las once y media a comer a
casa o al comedor del colegio si se vivía muy lejos. Después de comer, sobre
las doce, teníamos tiempo libre hasta la una, que volvíamos al colegio a dar
otras tres clases hasta las cuatro y media. Después de salir por segunda vez,
no íbamos a la escuela hasta el día siguiente. Esta rutina ocurría de lunes a
viernes, librando los fines de semana. Hoy era viernes y se suponía que mi
rutina y tranquilidad de estos días, en los que no hay colegio, no tenía que
verse afectada, pero eso es algo que ocurre más adelante. Al salir después de
tercera hora, me fui a casa de Marc para comer y luego repasar hasta que
tuviéramos que volver a la colegio. La casa de Marc era como las demás de la
zona: Tiene dos pisos, en el de abajo está el amplio salón, la ducha y la
cocina-comedor, en el piso de arriba se encontraban las habitaciones de Marc,
sus padres y su hermana, que suelen estar trabajando hasta tarde. Ya había
resuelto las dudas de Marc cuando sonó la alarma de su reloj. Cogimos las
mochilas y nos dirigimos al colegio. Al llegar, entre todos separamos las
mesas. Cuando llegó el profesor, entregó uno a uno las preguntas del examen de
matemáticas. El tiempo pasó despacio, la mayor parte de la hora estuve mirando
por la ventana, los oscuros pájaros que volaban cerca y las pocas nubes blancas que
pasaban. Cristal parecía hacer despacio pero con seguridad las actividades.
Mari las hacía sorprendentemente rápido, se notaba que este apartado de la
asignatura se le daba bien. Marc las hacía igual que Mari, era un crack en
matemáticas. No me fijé en Eduard, pero lo mas probable es que estuviera
intentado hacer unas actividades que no había estudiado con una chuleta. Cuando
tocó el timbre se formó un barullo para entregar el examen, solo unos pocos de
la clase esperábamos a que se fueran para entregarlo tranquilamente. Ahora en
tutoría, no teníamos nada que hacer, así que nos pusimos a hablar.
-¿qué hacéis esta noche?- empezó diciendo
Crital al girarse.- Mari y Ed vendrán conmigo a cenar a un local nuevo que
tiene buenos precios y me han dicho que se come genial.¿Os apuntáis?-parecía
emocionada, le encantaba quedar las noches de los viernes con el grupillo de
cinco que éramos, aunque no hiciéramos nada.
-¡Claro!- esa emoción y felicidad se me
contagiaba con tal rapidez que Marc todavía se estaba acostumbrando.- Vienes
¿verdad Marc?.-hice una pausa y continué antes de que contestase.- ¿no dejarás
que haga yo solo de guardaespaldas?.
-¿por qué se supone que necesitamos
protección?- intervino mosqueada Cristal.- No pensarás que por ser chicas
vayamos a necesitar que nos protejan.
-Te recuerdo-empecé desafiante.- que hubo una
vez en que intentaron atracarnos con cuchillos. Eduard se escondió detras tuya
y Mari estaba petrificada. Cristal...- continué mas suave- ...tu mantenías la calma,
pero creo que era por que Marc y yo sabemos pelear bien y estábamos delante
tuya plantándoles cara.-Marc y yo habíamos sido entrenados por mi padre. Yo
empecé desde los cinco años y Marc desde
que nos hicimos amigos a los ocho. Mi padre tiene un estilo propio mezclado con
varios estilos de lucha.
-Eeee...pero solo eran dos-Me quedé mirándola
fijamente.-¡Tú ganas!-puso una cara de fingido mosqueo y luego sonrió.-Venga,
¿entonces vienes, Marc?
-No me lo he perdido ningún viernes, no pienso
empezar ahora.-dijo orgulloso.
-¡Perfecto.! Ya tenéis guardaespaldas-salté
triunfante.
-No te creas ahora el defensor de los
desvalidos-me espetó Mari.
-¡Oh, vamos! Deja que me ilusione
-¡No! Y como sigas quejándote te quedas sin
salir-terminó Cristal. Todos reímos y continuamos charlando de cosas sin
importancia.
Después de tutoría, a última hora, teníamos
religión. La profesora tenía el pelo largo, rubio y rizado. Había sufrido un accidente y tenía la mitad
derecha de la cara quemada. Tenía los ojos sensibles, por lo que siempre
llevaba unas oscuras gafas de sol.
-Buenas tardes a todos. -Dijo sonriendo.
-Buenas tardes.- contestamos.
-Hoy, os voy a mostrar una profecía que fue
encontrada hace veinte años y dentro de poco se mostrará al publico.-una
profecía: si se ha tardado tanto en decidirse a mostrarla, no puede ser buenas
noticias pensé.- Aquí tenéis una fotocopia, traducidla y comentaremos cómo se
podría evitar.-Hizo una pausa y terminó diciendo.- con esto, no pretendo
meteros miedo, se sabe de profecias que hemos conseguido evitar, y esta no
tiene que ser una excepción.- Tuve curiosidad y saqué el libro para empezar a
traducir los signos. Los miré por encima, pensando en lo mal que se me da la
traducción de este tipo de escritos, pero cuando me fijé, me di cuenta en que los entendía perfectamente. No lograba
comprenderlo, usé el libro para corroborar aquello que traducía. Tardé solo dos
minutos, cuando normalmente tardaba horas. Cuando terminé intenté recordar la
profesora de que no tuviéramos miedo, pero me fue imposible no temer aquella
predicción.
En un día que parece un día más del verano. Como una sombra que aparece
en la noche, el Diablo aparecerá entre la multidud. Parecerá que da un
tranquilo paseo, por una ciudad cualquiera. Pero no es un día más y no es un
tranquilo paseo. En el momento menos esperado, entre toda la multitud, empezará
la destrucción que durante años ha planeado. El joven hijo del Diablo, con
recién cumplido dieciocho y con sus poderes, devastará a toda la humanidad.
Ciudad por ciudad, pueblo por pueblo, casa por casa, hombre por hombre, mujer
por mujer, niño por niño. Nadie se salvará. El mundo entero sucumbirá.
Me fijé en cómo mis
compañeros iban reaccionando. Algunos mostraban miedo, otros estaban clamados.
Cuando terminó el tiempo, la profesora recitó la profecía en voz alta y nos
preguntó cómo se podía evitar.
-Se podría intentar
llegar a un acuerdo con el Diablo.- aventuró uno de mis compañeros.
-¡Con el Diablo no
se puede negociar!-protestó otro indignado.- es un ser irracional y habría que
matarlo.- casi todos le apoyaron en voz alta.
-Si se pudiera matar
al diablo así de facil, con decirlo, ahora solo existiría Dios.-comentó Mari.-
y aunque intentásemos aprovechar que el hijo, que es del que habla la profecía,
aún está en desarrollo no hay forma de averiguar su identidad.- Ante lo dicho,
todos se quedaron meditando un rato. Al cabo de un rato hablé.
-¿Y si pudiéramos
descubrir el motivo que tiene?- se me ocurrió decir.- si evitamos que llegue a
esa decisión, no ocurriría nada de esto.
-¿no es un poco
tarde para eso?-contradijo Mari- en la profecía dice que lleva años
planeándolo, así que ya ha devido llegar a ese motivo.- El debate concluyó en
ese punto, pues quedaban diez minutos de clase y se tenían que usar para rezar.
Yo nunca rezo, me puse a pensar en los motivos que podría tener el Diablo para
querer destruir el mundo. Conquistarlo tendría más sentido. ¿pero destruirlo?
Hay gente que desea la caída de países, gobiernos, etc. Pero no hay nadie que
esté lo suficientemente loco como para querer que algo así ocurra. Así que el
Diablo debe de tener un motivo que le parezca "bueno" para destruir
el mundo.
Cuando sonó el
timbre salimos de clase. En la entrada me topé con Cristal despidiéndose de las
compañeras.
-¿crees que la
profecía se cumplirá, Kazuo?-A Cristal le encantaba oir mi opinión, solía ser
distinta a la de los demás.
-No lo creo, el
Diablo no puede hacer nada mientras Dios contrarreste su poder.
-¿y si Dios
muriese?- esa insistencia suya a veces me encanta y otras me fastidia.
-Pues creo que en vez
de destruirlo lo dominaría para sus propios fines. Tendría más sentido que
destruirlo.
-Todavía obsesionado
con el motivo, ¿verdad?- por la expresión de su cara se notaba que lo estaba
pasando en grande.
-Claro.-dije
sonriendo.- Hacer algo sin un motivo es como...-no supe que ejemplo poner.
-Si. Comprendo.-
Llegamos a la puerta de su casa y nos despedimos.- nos vemos a las seis y
media.
-Hasta
luego.-Terminé el camino a casa solo. Se me fue de la cabeza los pensamientos
sobre la profecía, por lo que simplemente disfrutaba de aquel silencio que me
envolvía y me hacía sentir el único ser humano de la Tierra. Esta sensación me
relajaba en varias ocasiones, como ahora. Aminoré el paso para aprovechar este
momento de tranquilidad.
Entré en casa, mi
madre trabaja por la tarde y mi padre por la mañana. Encontré a mi padre
entrenando en el jardín y al dejar las cosas y ponerme unos pantalones de
deporte me uní a él. Tiene el pelo muy corto y castaño. Una pequeña cicatriz en
el ojo derecho. Se afeita todos los días y no tiene casi pelo ni en la cara ni
en el pecho. Mis padres me tuvieron cuando eran jóvenes y se mantenía en
perfecta forma.
Estuvimos
practicando hasta que llamaron a la puerta. Cuando oí el timbre fui a abrir.
Eran Crital, Marc y Mari.
-¿qué haces todavía
así?-Dijo Mari al verme puesto solo los pantalones y estar sudando- son las
seis y cuarto.
-Ya me conocéis. Se
me va el tiempo.-intenté excusarme sonriendo.
-Menos mal que hemos
venido antes de la hora.¡Anda! Ve a ducharte.-intervino Marc. Cristal me miraba
decepcionada, aunque se notaba que ya estaba acostumbrada y lo que intentaba
era que me sintiera culpable. Ya no lo conseguía.
Al salir de la ducha
tenía el pelo mojado, me lo peiné para que me quedara menos ridículo que cuando
está mojado y alborotado. Me puse unos vaqueros, una camiseta negra que me
quedaba un poco grande y unas zapatillas deportivas. Me gusta ir vestido con
simpleza a donde quiera que vaya.
-¿ya estás
listo?-preguntó Cristal.
-¡Sí!- y nos pusimos
en marcha a la ciudad. El trayecto en coche duraba un cuarto de hora debido a
la escasez de tráfico. Pero a nosotros nos gusta ir andando, aunque durase una
hora, pues nunca teníamos prisa. La conversación no tocó el tema que tratamos
hoy en el colegio. No la recuero bien, pues solo eran tonterías con las que
reíamos y pasábamos el rato.
Recogimos a Eduard y fuimos al nuevo local del
que hablaba Cristal. Era un bar con un exterior lúgrube, pero por dentro era
acogedor. Había algunas columnas finas de color marrón. El suelo era de madera,
pero no era una madera barata, era resistente. Cuesta encontrar una madera tan
buena que pueda resistir años aunque la golpees. Tenía dos tipos de mesas: unas
estaban en las paredes, eran rectangulares y en vez de sillas eran unos cómodos
bancos que tenían el respaldo acolchonado y blanco; las otras, esparcidas por
el lugar, eran redondas y altas con unas sillas adecuadas a la altura, para
tomarse unas copas sin tener que estar en la barra. A primera vista vimos a un
barman y a cuatro camareros. El local no era demasiado grande, por lo que
aquellas personas parecían suficientes para atender a la clientela. La barra
era bastante pequeña, pero cabían perfectamente unas cinco personas sin que se
estorbaran. Los servicios estaban a la izquierda de la barra y se notaba, por
lo limpio que estaban, que eran nuevos. La decoración de la pared se basaba en
fotos de pesca y caza que imaginé que serían el dueño y sus amigos.
Nos sentamos en una de las mesas que estaban en
la pared y al cabo de un rato pedimos comida y bebida. Todos pidieron unas
cervezas, a mi no me gustaba, por lo que siempre tomaba un refresco.
De comer fueron un par de
pizzas familiares, eran las mejores que había probado, una vegetal y otra de
trocitos de carne. Nos sirvió una señorita de pelo rojo con una pequeña coleta.
El uniforme era curioso: unos pantalones cortos, una camiseta y unos zapatos de
piel sintética de oso que parecía de verdad.
-¿Sabéis? La profecía me
ha hecho pensar en el futuro- tuvo que sacar Eduard el tema- y he decidido que
voy a ser soldado.-dijo con orgullo.-¿y vosotros?-¿soldado? Otra razón más para
odiarle. Según mi punto de vista son un tipo de asesinos que la gente aclama
como héroes. Los aborrezco, pues si no hubiera soldados, no habría guerras.
-Voy a hacer unas pruebas
para un equipo de baloncesto profesional. Y si no me va bien, seré contable-
confesó Marc.
-Diseñadora- saltó Mari-
¡Es más! He terminado una serie de ropa y mañana lo voy a enseñar a un par de
tiendas- dijo ilusionada.
-¡Genial, tía!- dijo
Cristal con una sonrisa amplia.- espero que triunfes- Le dio un abrazo
entusiasta y luego todos se quedaron mirándome.
-¡Yo que sé...! ya veré cuando
llegue- dije despreocupado
-¡Oh, Vamos! ¿Nunca has
tenido un sueño?- intervino Eduard
-Sí soñé que nunca
habías existido- me dije en mis pensamientos- pero no todos los sueños
se cumplen- sonreí y comenté- no, siempre he preferido no pensar en el
futuro y actuar según la situación
-Entonces no te preocupa
la profecía-Ya Eduard empezaba a andar por aguas pantanosas
-sigo sin verle sentido a
esa estúpida profecía, así que no, no me preocupa lo más mínimo. Y como ya se
está haciendo tarde me largo a mi casa. Nos vemos.- Dejé el dinero de mi parte
de la comida y me fui al despedirme de mis amigos. Detesto mosquearme, así
que me fui antes de que la conversación pudiera ir a más y confiaba en que
Cristal lo supiera.
jRS
jRS
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