sábado, 8 de marzo de 2014

La decisión de un Diablo - Capítulo 1

Todo empezó un día normal: el sol todavía no había salido pero ya no se veían las estrellas, no había  casi nubes. Estábamos apunto de llegar a verano y todos en la escuela deseábamos que llegasen las vacaciones. La humedad en esta ciudad normalmente es alta y hoy no era una excepción. Salí de casa con el uniforme escolar: para los chicos se componía de unos pantalones azul marino, una camisa blanca y una chaqueta también azul marino. Me veía con una pinta ridícula, pero que le voy a hacer, tengo que ir al instituto. Para las chicas, la diferencia estaba en que no llevaban pantalones, sino una minifalda que cubría hasta un poco por encima de la rodilla. Vivía en una zona residencial, donde las casas unifamiliares están rodeadas de muros grises. Las calles son rectas, los coches escasos y si no fuera por los números de las casas, a veces me perdería. El colegio está en medio de la zona residencial, y, como siempre,había quedado con ella para hacer el monótono recorrido y que no se nos hiciera pesado.
-Buenos días, Cristal.-y empezamos a caminar en dirección a la escuela.
-Hola Kazuo- Contestó con su brillante sonrisa. Cristal era una chica poco más baja que yo. Tenía  el pelo largo, liso y oscuro con un esplendor que envidiaría el sol. Sus ojos eran claros como cristales. La mirada azulada que mostraba siempre me dejaba estupefacto. Si existiera el cielo en este universo lo rechazaría por ver su rostro y perderme en sus gestos. Al igual que yo, tenía dieciséis años. Nos conocemos desde primaria y siempre nos hemos ayudado mutuamente. Íbamos a la misma clase de instituto.- Pasé la noche en vela estudiando, ¿Tú como lo llevas? -dijo exagerando el cansancio
-Sabes que yo nunca estudio.
-¡Oh, claro, el señor apruebo sin estudiar!- me dijo con un tono entre desprecio y cachondeo.
-No es culpa mía, simplemente...-empecé extrañado.
-No empieces a darme escusas.-me cortó en plena frase.- un día de estos suspenderás y me reiré en tu cara- comentó con una leve sonrisa.
-¡Qué gran amiga eres!-dije con ironía. La amarillenta luz del alba empezaba a iluminar el colegio y ya se podía ver desde donde estábamos. La escuela tenía una estructura simple de dos pisos de altura y con forma rectangular. Los pasillos eran largos y anchos con unas ventanas que ocupaban casi toda la pared. La pintura externa e interna era blanca.
-Pero ahora que lo pienso, te cuesta mucho aprobar religión, jajaja.-hizo una pausa y me dijo- si quieres puedo ayudarte a aprobarla, ¡Ésta tarde te vienes a mi casa y repasamos las dudas que tengas!
-No gracias.
-¿qué pasa? ¿rechazas mi ayuda?- me miró enfurruñada-¿te recuerdo que religión es la clase más importante de todas?- Siempre tenía que estar recordándomelo. La conversación terminó ahí, puesto que habíamos llegado a la entrada del colegio y se fue con su amiga sin decirme un "hasta luego" o "nos vemos en clase".

En la escuela estudiábamos de todo, pero como me había recordado Cristal religión era la asignatura más importante de todas. Ya que, al contrario que en otros universos, se conoce la existencia de Dios y del Diablo. Os voy a contar en qué consistía religión: en esta clase diaria, nos explicaban las funciones que tenía Dios, del Diablo solo nos decían que convertía todas las almas que podía en esclavas o las absorvía. De la misma forma que nos convencían de que sus acciones siempre son para mal, dando como ejemplo los actos que tuvo en la historia. Del que siempre hablaban es de Dios y de que sin él no existiría la vida, ya que crea todas las almas de los seres vivos. La posibilidad de que en el mundo seamos más y más, tanto animales como cualquier otra forma de vida, es gracias a la constante creación de almas por parte del "actual" Dios. ¡Sí, he dicho actual! Dios,al igual que el Diablo, es mortal. Unos años antes de morir, ambos buscan descendencia y los 2 hijos(uno por parte del Diablo y otro por parte de Dios) que sobrevivan al nacimiento son los que heredarán los poderes de los padres. En religión nos enseñan que debemos evitar el contacto con el Diablo y que aunque sepamos su aspecto original, vayamos con cuidado, pues con sus poderes puede cambiar de forma. Según tenemos entendido, Dios y el Diablo tienen los mismos poderes, pero Dios los usa para dar vida y el Diablo para sacar beneficios personales y perjudicar a la humanidad. También cinco o diez minutos de la clase los usamos para rezar, pero dudo que esté los suficientemente aburrido como para escuchar a las personas que intentan hablarle, yo por mi parte no rezo. Aprendemos que sus vidas terminan a los quinientos años y calculamos cuándo aparece un nuevo Dios a lo largo de la historia. Cuando supe eso, pensé en el fastidio de saber que tu muerte es el día de tu cumpleaños. Si Dios es mortal, os estaréis preguntando cómo puede ser Dios. Es que, en este universo, hay dos cosas que caracterizan a Dios y el Diablo: sus poderes y que carecen de alma. Aquí, al contrario que en otros universos, no existe la creencia de un paraíso detrás de la muerte.Tu alma se reencarna en otro ser vivo o puede convertirse en esclavo del Diablo, es lo que nos cuentan. La diferencia entre un alma recién creada y una que ya ha pasado por muchas vidas es la experiencia. Nunca te acuerdas de las vidas pasadas, pero una vida que tenga un alma que haya existido por más tiempo tiene mejor adaptabilidad e instintos de supervivencia para uno mismo o para los demás, depende de cómo haya actuado en vidas anteriores. Dentro de poco es la muerte del actual Dios y sus poderes se pasarán a su hijo, de la misma forma que el Diablo. Yo creía que la sociedad actual es demasiado extremista contra el Diablo. A veces tenía miedo de cómo influye en las personas la educación y el convencimiento de que todo acto hecho por Dios nos beneficia y las acciones del Diablo nos perjudican. Provocan que la mayor parte de la gente sea capaz de hacer y permitir cualquier cosa que Dios mande.¿Y si a la siguiente generación de Dios le da por gobernar el mundo a su antojo? Creo que debería haber un mejor equilibrio entre ambos personajes, justo como ha sido hasta hace poco más de doscientos años. En aquella época las personas no estaban tan obsesionadas a favor de Dios como ahora, aunque el Diablo siguiera siendo odiado por la mayor parte de la humanidad. Todos, o casi todos en la escuela, apoyarían a Dios hasta la muerte, incluida Cristal. Ella intentaba enseñarme por qué era tan maravilloso, pero respetaba mi opinión y hacía bromas de que un día Dios me castigaría-lo tendrías merecido - terminaba comentando con una risa picarona.

El timbre sonó y entramos en clase con gran escándalo. Las mesas del aula estaban colocadas de dos en dos y hacían dos pasillos hasta la sexta fila, donde acababan las mesas y estaba la puerta. Yo me sentaba en el centro, en la segunda fila, junto con mi compañero Marc. Medía 1,96, era el más alto de la clase y su extraña forma de poder tumbarse en la silla sin sobrepasar los límites de su mesa dejaba ver a los de atrás. Tenía el pelo corto y rubio. Tenía los ojos verde oscuro y a veces los confundía y creía que eran negros. Era un compañero divertido y un gran rival en el baloncesto, siempre acabamos muy igualados en el uno contra uno. Cristal se sentaba delante mía con su amiga Mari. Ésta tenía el pelo castaño y rizado y sobrepasaba por poco los hombros. Sus ojos eran de un claro marrón. Su estatura superaba a la de Cristal y a la mía por unos centímetros, 1,80. El único compañero que me queda por presentar de los que solía relacionarme es el memo de Eduard. El pelo castaño claro y muy, muy corto. Medía lo mismo que Mari. Sus ojos eran oscuros, y cuando lo miraba fijamente, me daba la sensación de ver en su hueca cabeza las pocas neuronas que tenía, pidiendo ayuda por estar atadas a ese sujeto. Todos en nuestro pequeño grupo de cinco teníamos la piel clara y en verano cogíamos un poco de color. Antes de que llegara el profesor, fue a la primera fila a besar a Cristal. Siempre me preguntaba qué ve en ese tipo como para estar saliendo con él. Es un idiota que no sabe apreciar lo que tiene, y espero que Cristal se de cuenta antes de que sea demasiado tarde.

Cuando el profesor llegó, todo el mundo se sentó y guardó silencio. Tenía una gran barba de color castaño. Sus ojos oscuros intimidaban a cualquiera cuando se ponía serio. A mi me daba miedo  cuando se enfadaba, con esa mirada que lanzaba, que paralizaba el cuerpo y la mente durante unos segundos. La avanzada edad que poseía se empezaba a  notar en la pérdida de pelo, también  castaño. Los únicos profesores que nos daban era éste y la profesora de religión.  Él nos daba todas las asignaturas y exceptuando a cuando le enfadábamos, era una persona muy amigable, por lo que nos comportábamos debidamente... Casi siempre. Entramos a las ocho en punto a clase, damos tres asignaturas en cuatro horas y media y nos mandaban a las once y media a comer a casa o al comedor del colegio si se vivía muy lejos. Después de comer, sobre las doce, teníamos tiempo libre hasta la una, que volvíamos al colegio a dar otras tres clases hasta las cuatro y media. Después de salir por segunda vez, no íbamos a la escuela hasta el día siguiente. Esta rutina ocurría de lunes a viernes, librando los fines de semana. Hoy era viernes y se suponía que mi rutina y tranquilidad de estos días, en los que no hay colegio, no tenía que verse afectada, pero eso es algo que ocurre más adelante. Al salir después de tercera hora, me fui a casa de Marc para comer y luego repasar hasta que tuviéramos que volver a la colegio. La casa de Marc era como las demás de la zona: Tiene dos pisos, en el de abajo está el amplio salón, la ducha y la cocina-comedor, en el piso de arriba se encontraban las habitaciones de Marc, sus padres y su hermana, que suelen estar trabajando hasta tarde. Ya había resuelto las dudas de Marc cuando sonó la alarma de su reloj. Cogimos las mochilas y nos dirigimos al colegio. Al llegar, entre todos separamos las mesas. Cuando llegó el profesor, entregó uno a uno las preguntas del examen de matemáticas. El tiempo pasó despacio, la mayor parte de la hora estuve mirando por la ventana, los oscuros pájaros que volaban cerca y las pocas nubes blancas que pasaban. Cristal parecía hacer despacio pero con seguridad las actividades. Mari las hacía sorprendentemente rápido, se notaba que este apartado de la asignatura se le daba bien. Marc las hacía igual que Mari, era un crack en matemáticas. No me fijé en Eduard, pero lo mas probable es que estuviera intentado hacer unas actividades que no había estudiado con una chuleta. Cuando tocó el timbre se formó un barullo para entregar el examen, solo unos pocos de la clase esperábamos a que se fueran para entregarlo tranquilamente. Ahora en tutoría, no teníamos nada que hacer, así que nos pusimos a hablar.
-¿qué hacéis esta noche?- empezó diciendo Crital al girarse.- Mari y Ed vendrán conmigo a cenar a un local nuevo que tiene buenos precios y me han dicho que se come genial.¿Os apuntáis?-parecía emocionada, le encantaba quedar las noches de los viernes con el grupillo de cinco que éramos, aunque no hiciéramos nada.
-¡Claro!- esa emoción y felicidad se me contagiaba con tal rapidez que Marc todavía se estaba acostumbrando.- Vienes ¿verdad Marc?.-hice una pausa y continué antes de que contestase.- ¿no dejarás que haga yo solo de guardaespaldas?.
-¿por qué se supone que necesitamos protección?- intervino mosqueada Cristal.- No pensarás que por ser chicas vayamos a necesitar que nos protejan.
-Te recuerdo-empecé desafiante.- que hubo una vez en que intentaron atracarnos con cuchillos. Eduard se escondió detras tuya y Mari estaba petrificada. Cristal...- continué mas suave- ...tu mantenías la calma, pero creo que era por que Marc y yo sabemos pelear bien y estábamos delante tuya plantándoles cara.-Marc y yo habíamos sido entrenados por mi padre. Yo empecé desde  los cinco años y Marc desde que nos hicimos amigos a los ocho. Mi padre tiene un estilo propio mezclado con varios estilos de lucha.
-Eeee...pero solo eran dos-Me quedé mirándola fijamente.-¡Tú ganas!-puso una cara de fingido mosqueo y luego sonrió.-Venga, ¿entonces vienes, Marc?
-No me lo he perdido ningún viernes, no pienso empezar ahora.-dijo orgulloso.
-¡Perfecto.! Ya tenéis guardaespaldas-salté triunfante.
-No te creas ahora el defensor de los desvalidos-me espetó Mari.
-¡Oh, vamos! Deja que me ilusione
-¡No! Y como sigas quejándote te quedas sin salir-terminó Cristal. Todos reímos y continuamos charlando de cosas sin importancia.

Después de tutoría, a última hora, teníamos religión. La profesora tenía el pelo largo, rubio y rizado.  Había sufrido un accidente y tenía la mitad derecha de la cara quemada. Tenía los ojos sensibles, por lo que siempre llevaba unas oscuras gafas de sol.
-Buenas tardes a todos. -Dijo sonriendo.
-Buenas tardes.- contestamos.
-Hoy, os voy a mostrar una profecía que fue encontrada hace veinte años y dentro de poco se mostrará al publico.-una profecía: si se ha tardado tanto en decidirse a mostrarla, no puede ser buenas noticias pensé.- Aquí tenéis una fotocopia, traducidla y comentaremos cómo se podría evitar.-Hizo una pausa y terminó diciendo.- con esto, no pretendo meteros miedo, se sabe de profecias que hemos conseguido evitar, y esta no tiene que ser una excepción.- Tuve curiosidad y saqué el libro para empezar a traducir los signos. Los miré por encima, pensando en lo mal que se me da la traducción de este tipo de escritos, pero cuando me fijé, me di cuenta  en que los entendía perfectamente. No lograba comprenderlo, usé el libro para corroborar aquello que traducía. Tardé solo dos minutos, cuando normalmente tardaba horas. Cuando terminé intenté recordar la profesora de que no tuviéramos miedo, pero me fue imposible no temer aquella predicción.

En un día que parece un día más del verano. Como una sombra que aparece en la noche, el Diablo aparecerá entre la multidud. Parecerá que da un tranquilo paseo, por una ciudad cualquiera. Pero no es un día más y no es un tranquilo paseo. En el momento menos esperado, entre toda la multitud, empezará la destrucción que durante años ha planeado. El joven hijo del Diablo, con recién cumplido dieciocho y con sus poderes, devastará a toda la humanidad. Ciudad por ciudad, pueblo por pueblo, casa por casa, hombre por hombre, mujer por mujer, niño por niño. Nadie se salvará. El mundo entero sucumbirá.

Me fijé en cómo mis compañeros iban reaccionando. Algunos mostraban miedo, otros estaban clamados. Cuando terminó el tiempo, la profesora recitó la profecía en voz alta y nos preguntó cómo se podía evitar.
-Se podría intentar llegar a un acuerdo con el Diablo.- aventuró uno de mis compañeros.
-¡Con el Diablo no se puede negociar!-protestó otro indignado.- es un ser irracional y habría que matarlo.- casi todos le apoyaron en voz alta.
-Si se pudiera matar al diablo así de facil, con decirlo, ahora solo existiría Dios.-comentó Mari.- y aunque intentásemos aprovechar que el hijo, que es del que habla la profecía, aún está en desarrollo no hay forma de averiguar su identidad.- Ante lo dicho, todos se quedaron meditando un rato. Al cabo de un rato hablé.
-¿Y si pudiéramos descubrir el motivo que tiene?- se me ocurrió decir.- si evitamos que llegue a esa decisión, no ocurriría nada de esto.
-¿no es un poco tarde para eso?-contradijo Mari- en la profecía dice que lleva años planeándolo, así que ya ha devido llegar a ese motivo.- El debate concluyó en ese punto, pues quedaban diez minutos de clase y se tenían que usar para rezar. Yo nunca rezo, me puse a pensar en los motivos que podría tener el Diablo para querer destruir el mundo. Conquistarlo tendría más sentido. ¿pero destruirlo? Hay gente que desea la caída de países, gobiernos, etc. Pero no hay nadie que esté lo suficientemente loco como para querer que algo así ocurra. Así que el Diablo debe de tener un motivo que le parezca "bueno" para destruir el mundo.

Cuando sonó el timbre salimos de clase. En la entrada me topé con Cristal despidiéndose de las compañeras.
-¿crees que la profecía se cumplirá, Kazuo?-A Cristal le encantaba oir mi opinión, solía ser distinta a la de los demás.
-No lo creo, el Diablo no puede hacer nada mientras Dios contrarreste su poder.
-¿y si Dios muriese?- esa insistencia suya a veces me encanta y otras me fastidia.
-Pues creo que en vez de destruirlo lo dominaría para sus propios fines. Tendría más sentido que destruirlo.
-Todavía obsesionado con el motivo, ¿verdad?- por la expresión de su cara se notaba que lo estaba pasando en grande.
-Claro.-dije sonriendo.- Hacer algo sin un motivo es como...-no supe que ejemplo poner.
-Si. Comprendo.- Llegamos a la puerta de su casa y nos despedimos.- nos vemos a las seis y media.
-Hasta luego.-Terminé el camino a casa solo. Se me fue de la cabeza los pensamientos sobre la profecía, por lo que simplemente disfrutaba de aquel silencio que me envolvía y me hacía sentir el único ser humano de la Tierra. Esta sensación me relajaba en varias ocasiones, como ahora. Aminoré el paso para aprovechar este momento de tranquilidad.

Entré en casa, mi madre trabaja por la tarde y mi padre por la mañana. Encontré a mi padre entrenando en el jardín y al dejar las cosas y ponerme unos pantalones de deporte me uní a él. Tiene el pelo muy corto y castaño. Una pequeña cicatriz en el ojo derecho. Se afeita todos los días y no tiene casi pelo ni en la cara ni en el pecho. Mis padres me tuvieron cuando eran jóvenes y se mantenía en perfecta forma.

Estuvimos practicando hasta que llamaron a la puerta. Cuando oí el timbre fui a abrir. Eran Crital, Marc y Mari.
-¿qué haces todavía así?-Dijo Mari al verme puesto solo los pantalones y estar sudando- son las seis y cuarto.
-Ya me conocéis. Se me va el tiempo.-intenté excusarme sonriendo.
-Menos mal que hemos venido antes de la hora.¡Anda! Ve a ducharte.-intervino Marc. Cristal me miraba decepcionada, aunque se notaba que ya estaba acostumbrada y lo que intentaba era que me sintiera culpable. Ya no lo conseguía.

Al salir de la ducha tenía el pelo mojado, me lo peiné para que me quedara menos ridículo que cuando está mojado y alborotado. Me puse unos vaqueros, una camiseta negra que me quedaba un poco grande y unas zapatillas deportivas. Me gusta ir vestido con simpleza a donde quiera que vaya.
-¿ya estás listo?-preguntó Cristal.
-¡Sí!- y nos pusimos en marcha a la ciudad. El trayecto en coche duraba un cuarto de hora debido a la escasez de tráfico. Pero a nosotros nos gusta ir andando, aunque durase una hora, pues nunca teníamos prisa. La conversación no tocó el tema que tratamos hoy en el colegio. No la recuero bien, pues solo eran tonterías con las que reíamos y pasábamos el rato.

Recogimos a Eduard y fuimos al nuevo local del que hablaba Cristal. Era un bar con un exterior lúgrube, pero por dentro era acogedor. Había algunas columnas finas de color marrón. El suelo era de madera, pero no era una madera barata, era resistente. Cuesta encontrar una madera tan buena que pueda resistir años aunque la golpees. Tenía dos tipos de mesas: unas estaban en las paredes, eran rectangulares y en vez de sillas eran unos cómodos bancos que tenían el respaldo acolchonado y blanco; las otras, esparcidas por el lugar, eran redondas y altas con unas sillas adecuadas a la altura, para tomarse unas copas sin tener que estar en la barra. A primera vista vimos a un barman y a cuatro camareros. El local no era demasiado grande, por lo que aquellas personas parecían suficientes para atender a la clientela. La barra era bastante pequeña, pero cabían perfectamente unas cinco personas sin que se estorbaran. Los servicios estaban a la izquierda de la barra y se notaba, por lo limpio que estaban, que eran nuevos. La decoración de la pared se basaba en fotos de pesca y caza que imaginé que serían el dueño y sus amigos.

Nos sentamos en una de las mesas que estaban en la pared y al cabo de un rato pedimos comida y bebida. Todos pidieron unas cervezas, a mi no me gustaba, por lo que siempre tomaba un refresco.
De comer fueron un par de pizzas familiares, eran las mejores que había probado, una vegetal y otra de trocitos de carne. Nos sirvió una señorita de pelo rojo con una pequeña coleta. El uniforme era curioso: unos pantalones cortos, una camiseta y unos zapatos de piel sintética de oso que parecía de verdad.
-¿Sabéis? La profecía me ha hecho pensar en el futuro- tuvo que sacar Eduard el tema- y he decidido que voy a ser soldado.-dijo con orgullo.-¿y vosotros?-¿soldado? Otra razón más para odiarle. Según mi punto de vista son un tipo de asesinos que la gente aclama como héroes. Los aborrezco, pues si no hubiera soldados, no habría guerras.
-Voy a hacer unas pruebas para un equipo de baloncesto profesional. Y si no me va bien, seré contable- confesó Marc.
-Diseñadora- saltó Mari- ¡Es más! He terminado una serie de ropa y mañana lo voy a enseñar a un par de tiendas- dijo ilusionada.
-¡Genial, tía!- dijo Cristal con una sonrisa amplia.- espero que triunfes- Le dio un abrazo entusiasta y luego todos se quedaron mirándome.
-¡Yo que sé...! ya veré cuando llegue- dije despreocupado
-¡Oh, Vamos! ¿Nunca has tenido un sueño?- intervino Eduard
-Sí soñé que nunca habías existido- me dije en mis pensamientos- pero no todos los sueños se cumplen- sonreí y comenté- no, siempre he preferido no pensar en el futuro y actuar según la situación
-Entonces no te preocupa la profecía-Ya Eduard empezaba a andar por aguas pantanosas
-sigo sin verle sentido a esa estúpida profecía, así que no, no me preocupa lo más mínimo. Y como ya se está haciendo tarde me largo a mi casa. Nos vemos.- Dejé el dinero de mi parte de la comida y me fui al despedirme de mis amigos. Detesto mosquearme, así que me fui antes de que la conversación pudiera ir a más y confiaba en que Cristal lo supiera.

jRS
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