viernes, 28 de marzo de 2014

La decisión de un Diablo - Capítulo 12

Cuando llegué al otro lado del portal me encontré en el espacio. Tardé un par de segundos en recordar cómo usar mi energía para prescindir de respirar y mi escudo de energía hizo el resto. Creía que estaba muy cerca del sol pero al alejarme vi que era más grande al que estaba acostumbrado. Miré a mi alrededor y vi un trozo de metal a lo lejos. Resultó ser una máquina gigantesca y miré por los ventanales que tenía. Podía ver unos pasillos vacíos, seguí a lo largo de las ventanas por si conseguía ver algo más. Finalmente me topé con un hombre que andaba al mismo tiempo que leía unos papeles. Golpeé el cristal, me miró y siguió su camino. A los pocos segundos se detuvo, volvió a fijarse en mi, alucinando. Soltó los papeles que llevaba y salió corriendo. Esperé un rato hasta que aparecieron más personas. Todos me miraban boquiabiertos. Luego reaccionaron y se generó un caos: algunos se fueron rápidamente, otros querían ir a un sitio pero daban vueltas. No pude evitar reír, la situación me parecía muy divertida. Al cabo de un rato alguien con un traje muy raro apareció a mi lado. Era blanco y el casco, que cubría toda la cabeza, transparente. Movía su boca pero no podía oírle. Me indicó que le siguiera y me guió hasta una pequeña puerta circular por la que entramos en aquella inmensa máquina. Una vez dentro se quitó el traje y lo puso en una percha donde había más trajes idénticos. Me llevaron hasta una habitación  que me recordó a las que hay en un hospital: una cama, aparatos que no entendía lo que hacían y estaban apagados y una ventana que permitía ver el espacio. Me pidieron que esperase y me senté en la cama, solo. Tardaron poco en volver. Había varias personas en la habitación pero solo me hablaron un hombre y una mujer que se presentaron como doctor y doctora Firtz. El hombre era más alto que yo, pelo corto, ojos azules y estaba tuerto del ojo izquierdo. La mujer también tenía el pelo corto, más baja que yo, ojos azules y una pequeña cicatriz en la mejilla derecha. Todos en la habitación tenían los ojos azules, supongo que su energía ya se estaba manifestando en sus ojos, ya que tenían casi tanta energía como Sam, aunque ella mantenía a propósito otro color de ojos. Ambos tendrían unos treinta y cinco o cuarenta años. Habría pensado que eran hermanos por el hecho de tener el mismo apellido pero el hombre la presentó como su mujer.
-¿Qué quiere decir que la mujer es suya? ¿Acaso la considera un objeto o propiedad? –le pregunté intrigado
-No –respondieron los dos y se miraron extrañados
-No –habló la doctora –Significa que estamos casados
-¿Casados? –más palabras nuevas pensé
-Si
-¿Qué significa eso?
-Eehh… -la doctora pensó un momento qué contestar -significa que nos hemos comprometido ante la ley estar juntos
-No entiendo nada ¿Por qué tendríais que prometer eso?
-Porque estamos enamorados -contestó con naturalidad
-¿Y? razón de más para no hacerlo. Si estás enamorado no necesitas prometer nada, simplemente te quedas junto a esa perso… -entonces me fijé en lo hipócrita de mis palabras. Yo le había prometido a Cristal quedarme junto a ella, estar ahí siempre para ella, para lo que necesitase. –vale, déjalo. Ahora lo entiendo. Simplemente… me chocó que os presentarais de esa forma. De donde vengo es suficiente que lo sepa uno mismo y la persona de la que te enamoras. No existe un estado social ni político que indique que quieres pasar el resto de tu vida... con esa persona. –Me quedé callado, hacía tiempo que no pensaba en Cristal.

-¿…mbre? –Es lo que escuché cuando salí de mis pensamientos
-¿Qué? Lo siento estaba pensando en… ¿Qué habías dicho?
-Estábamos diciendo que nos hemos presentado pero no sabemos tu nombre. –dijo el doctor
-¡Oh! Si. Perdona. Me llamo Kazuo
-Y... ¿Cómo podías estar en mitad del espacio tan tranquilo Kazuo? ¿Tienes algún traje del que no nos hemos fijado? ¿De dónde vienes?
-Juraría que por aquí había un planeta –dije ignorando sus preguntas
-No. Te debes de haber equivocado. -intentaba ir directo al grano, pero el tono tan rudo que usaba no me gustaba nada.
-Entonces ¿Siempre habíais vivido en esta…cosa?
-Se llama nave y si. Siempre hemos vivido aquí.
-Y esta…nave. ¿De dónde ha salido?
-La construyeron nuestros antepasados, Pero hace tanto tiempo de eso que la gente no se acuerda o cree que es un mito. –intervino la doctora para intentar calmar a su marido
-¿Dónde la construyeron?
-En uno de los tres planetas que se tragó el sol cuando se expandió.
-¿El sol se expandió? ¿Cómo?
-No he encontrado datos sobre eso.
-Bueno. -Volvió a hablar el doctor. –Has preguntado y te ha respondido. Creo que ahora te toca a ti dar respuestas.
-Me parece justo. ¿Sabéis lo que es la energía?
-Claro
-¿Sabéis manejarla?
-Por supuesto –esa respuesta me descolocó
-Entonces no entiendo cómo no podéis salir de la nave sin esos trajes, teniendo en cuenta la cantidad de energía que tenéis –no parecían entenderme –A ver. La energía de vuestro cuerpo. ¿Sabéis lo que es y cómo manejarla? –seguían sin entender nada de lo que estaba diciendo. Respiré hondo y me puse a contarles sobre la energía, sus posibilidades y que estoy viajando por universos. Ninguno me creía y la gente se iba a medida que hablaba. Al final solo se quedaron los dos doctores. La única que me creía era la da doctora.
-¿Podrías enseñarnos? –preguntó cuando terminé
-¿De verdad le crees? Yo Pienso que está usando un traje avanzado y solo se está quedando con nosotros. Otros universos. Menuda chorrada –y se fue
-Por cierto –dije cuando se cerró la puerta -¿Sabrías decirme cuánto tiempo lleva existiendo la humanidad? O al menos cuánto tiempo lleváis en esta nave viviendo.
-Ni idea. Sé que llevamos viviendo en esta nave desde hace unos dos millones de años aproximadamente. El resto está en blanco. –dos millones en esta nave. A saber desde cuándo existe en este universo la humanidad.-Entonces. ¿Me enseñarás lo que sabes? ¿A manejar la energía? –estaba bastante emocionada, así que no pude negarme. Transmitir mis conocimientos fue una experiencia única. Ahora sabía lo que sentía un maestro cuando un alumno aprende emocionado y muestra resultados. He hablado de esto con Andrea en aquel universo, pero no es lo mismo hablar que tener la intención de transmitir lo que sabes, tus experiencias. Fue una experiencia única para mí. Supongo que esta sensación podría ser uno de los motivos por lo que cuento lo que me pasó desde aquél día que conocí a Sam. A lo mejor si no hubiera experimentado aquel sentimiento no contaría mis recuerdos, ahora que no hay marcha atrás.


Exploré la nave entera. La parte de maquinaria no la entendía en absoluto. Había granjas y plantaciones en zonas que no entendía cómo funcionaban, pero lograban cultivar y criar animales. A medida que la doctora mostraba los progresos aparecía más gente interesada en aprender. Enseñaba todo lo que sabía y luego ellos lo transmitían a más gente. Gracias a el dominio de la energía la doctora hizo desaparecer su cicatriz y empezaron a mirar cómo curar el ojo del doctor. Recordé lo que me dijo el primer Diablo de las decisiones: sé que he podido influir en cierta medida en ciertos universos, pero ¿Cómo habré influenciado a esta gente? Les he enseñado cómo aprender a controlar un poder que cuanto más tiempo pasa más fuerte será. ¿Qué harán con este poder? ¿Buscarán más planetas habitables? ¿Llegarán al punto de intentar hacer un planeta habitable como hizo Dios en mi universo? Aprender ciertas cosas antes de tiempo puede ser perjudicial. ¿Se beneficiarán o perjudicarán por haber aprendido? El único que me podía responder era el tiempo y después de haber recordado a Cristal solo pensaba en volver. Cuando por fin dejaron de hacer preguntas sobre la energía fui a ver a la doctora. Llamé a la puerta de su habitación y entré.
-¿Se puede? –estaba sentada canalizando su energía para moverla por su cuerpo. Abrió los ojos y se levantó.
-¡Ah! Kazuo. Sí. Adelante. ¿Ocurre algo?
-Sí. Es hora de que me valla.
-¿En serio? Seguro que puedes enseñarnos más.
-Os puedo perfeccionar las habilidades. Pero no quiero quedarme tanto tiempo. He estado aquí casi tres semanas. –no parecía muy contenta. -Ya tenéis los conceptos clave, solo queda mejorar a partir de ahí.
-¿Por qué no te quieres quedar? ¿Hemos hecho algo que te desagrade?
-No. Simplemente… -suspiré –veros a ti y a tu… eee... –me costó un segundo recordar la palabra que buscaba -¡Marido! Me ha recordado a alguien que necesito ver.
-¡Oooohh! –mostró una sonrisa tierna –Ya veo. Iré a que te abran la escotilla.
-Gracias –La seguí hasta la habitación con aquellos trajes tan raros. Me despidió con un abrazo y abrió la puerta circular. Me alejé de la nave y pulsé el botón de la marca que me llevaría de vuelta.

jRS
Licencia de Creative Commons

No hay comentarios:

Publicar un comentario