sábado, 29 de marzo de 2014

La decisión de un Diablo - Capítulo 14

Nos fuimos del parque casi a oscuras, iluminado por la luna y las estrellas. Ya no había nadie en las casas que estuviera despierto. Pensaba acompañar a Sam en su viaje, pero como Cristal no me tenía miedo y podía permanecer con ella cambié de idea. Pasamos por delante de mi antigua casa.
-Por cierto, al parecer se mudaron. -comentó al dejarla atrás
-¿Quiénes?
-Tus padres.
-Ya veo.
-Sabes que a nadie le preocupó que desaparecieras. ¿Verdad?
-En este universo a nadie le preocupa las muertes y desapariciones.
-¿Este universo? -comentó extrañada. -¡Espera! ¿Has estado en otros universos? –dijo emocionada -Definitivamente tienes que contarme con detalle qué has hecho desde aquél día.
-Eso está hecho. –Entramos en su casa y sin hacer ruido nos fuimos a su habitación.
-¿Tienes ropa de repuesto? –Negué con la cabeza –Entonces… -Se le puso la cara roja –Mañana tendremos que ir a comprar –dijo girándose -¿Te importa dormir con la ropa que llevas?
-En absoluto –dije como si no pasara nada.
-Pueeess… -Me tumbé en el suelo.
-¿Has cenado? ¿No tienes hambre? –volvió a girarse, ya tenía la cara normal.
-No y… ¿Vas a dormir ahí?
-Si quieres duermo en la cama contigo. Como prefieras. –Se le volvió a poner la cara roja.
-Sí. Métete en la cama. –Obedecí –Voy a cambiarme, no mires. –Aunque dijo eso no pude evitar observarla mientras se cambiaba de espaldas a mí. Cuando ya tenía puesto el pijama se metió conmigo en la cama. –Has mirado
-No.
-Sí.
-Qué va. –dije exagerando
-Encima de cachondeo. –reí. Me empujó –quítate la camiseta
-¿Qué? –me la quitó ella y la tiró lejos.
-Y los pantalones.
-¿Cómo?
-O te los quitas tú o te los quito yo.
-Vale, vale. –Me quité los pantalones y también los tiró.
-¡Ea! Por listillo duermes así. –entonces el ruborizado era yo. Nos abrazamos y nos quedamos dormidos así, tapados por las finas sábanas.

En la mañana siguiente el despertador sonó y ambos nos levantamos. Tendría que haberme acordado que iba en ropa interior. Esta vez para que se cambiara me obligó a tener las sábanas tapándome la cabeza. Una vez que volvía a tener el uniforme de la escuela me dio unas instrucciones:
-Mis padres ya se han habrán ido. Ven, te enseñaré la ducha para que la puedas usar cuando me valla. –me indicó dónde estaba todo y continuó. –Cuando estés listo nos vemos en la azotea de la escuela. ¿de acuerdo? –asentí –Y… una última cosa… procura que no te vean los ojos. Sería un problema. –entonces recordé que eran diferentes de la última vez que nos vimos –No me malinterpretes. Me encanta cómo están ahora, son preciosos. Pero sería un problema que te vean y griten a los cuatro vientos que eres el Diablo. –Sonrió –por cierto –dijo mirándome de arriba abajo –veo que ya te has acostumbrado a ir casi desnudo por mi casa –Fue cuando recordé que ni siquiera llevaba pantalones y me ruboricé mientras ella se daba media vuelta. -¡Nos vemos!

Hice lo que me dijo y la esperé en el tejado. Cuando llegó se acercó a mí. Sin mediar palabra rodeó mi cuello con sus brazos y me besó.
-cómo se nota que era tu primer beso –dijo cuando separó sus labios de los míos.
-No te pases –rió. La besé –ya me harás mejorar.
-aprendes rápido. No será muy difícil. –Nos quedamos besándonos hasta que volvió a sonar la campana. Estuve esperando a que volviera a salir. Como no tenía nada más que hacer volví a dormir, aunque cada campanada me despertaba hasta que en la tercera empecé a sentir la energía de mi alrededor para localizarla. Al principio sentí la energía que había a kilómetros, así que fui cerrando el rango poco a poco hasta los treinta metros a los que me había acostumbrado. Bajé del edificio por las escaleras, debía llamar la atención lo menos posible. Me reuní con Cristal, volví a dejar de sentir la energía y nos dirigimos a su casa.
-¿Cómo le va a Mari? -le pregunté
-Genial, podría dejar los estudios de lo bien que le ha ido.
-Me alegro por ella.
-Si, yo también. Cogeré dinero de mi casa y nos iremos a comprar y a comer.
-Yo no me preocuparía por el dinero. –me miró extrañada. –Tengo un pequeño truco. Observa –le enseñé cómo materializaba la energía y le daba la forma de un billete. Se quedó sorprendida.
-Entonces…Podríamos irnos lejos.
-¿Irnos? ¿A dónde?
-A cualquier sitio. Alejarnos y no tener que pensar en nada más que nosotros. –Era un plan muy tentador y lo acepté. –Oye. Si puedes hacer aparecer cualquier cosa. ¿Por qué  no te haces unas gafas de sol para esconder tus ojos? –Mostré mi sorpresa ante la idea –Sigues tan despistado como siempre en cuanto a ti mismo. Primero los pantalones, ahora las gafas. ¿Qué será lo siguiente? –lo pensó un momento –la ropa interior –dijo sonriendo
-Muy graciosa
-¿A que sí?

Después de comprarme ropa nos fuimos a comer a un restaurante en la ciudad. Cristal se cambió a un vestido y a mí me dijo que llevara un traje elegante. Yo pensaba que estaba ridículo, pero a ella le gustaba. Cuando llegamos al local entendí el por qué de la ropa. Todo estaba perfectamente cuidado: las mesas, la ropa de los camareros, las lámparas tan altas… me veía fuera de lugar. Cristal pidió un lugar apartado y nos guiaron hasta una habitación con una mesa redonda con un mantel blanco y asientos con cuero rojo. La iluminación, aunque eran las mismas lámparas, era más oscura que la de afuera y mostraba un ambiente romántico. A los camareros que nos atendieron les extrañó que en ningún momento me quitara las gafas de sol.
-¿Te estás aprovechando de lo que puedo hacer?
-Solo será hoy y este es el mejor sitio para que podamos comer y hablar tranquilos. En mi casa mis padres nos molestarían y en un bar o restaurante más normalito podrían escucharnos. –Dejé que Cristal pidiera por mí. Estaba muerto de hambre después de estar cuatro días sin comer. Menos mal que con mi energía aguanto bien sin comer, pero no podía aguantar eternamente. En cuanto nos dejaron solos un momento me pidió que le contara todo lo que había visto con detalle. Eso hice, en los momentos en los que no nos servían o preguntaban si necesitábamos algo más estuve contando absolutamente todo lo que me había pasado. Aunque evité hablar sobre las chicas que se interesaron en mí. Cuando terminé de hablar materialicé el dinero y nos fuimos. Al parecer estuvimos toda la tarde comiendo y hablando. Ya no necesitaríamos cenar. Seguimos hablando de camino a su casa.
-¿Qué te parece si nos vamos mañana? -preguntó de repente
-A mí me da igual. Mientras esté contigo puedo soportar cualquier cosa
-Entonces ¿Sabes qué nos han dicho nuevo en la escuela? –negué con la cabeza. –Al parecer Dios quiere matarte y después nos gobernará
-¡¿Qué?! –me detuve
-Tranquilo. No hay quien pueda contigo por mucho Dios que sea. Y acabas de decir que soportarías cualquier cosa. -rió
-Eso podría llamarse exceso de confianza. –volví a andar junto a Cristal. –además no quiero hacer daño a nadie. Prefiero esconderme y que no me encuentre nunca.
-Pues estaremos moviéndonos sin parar. Nunca te reconocerán ni nos encontrarán.
-Nunca es mucho tiempo. –reí –me gusta
-Por supuesto que te gusta. Lo he decidido yo.
-Ven aquí. –la cogí del brazo para pararla y la besé. –podría acostumbrarme a esto
-¿Podrías? –se burló y sonrió picarona –Lo harás. –seguimos caminando aunque me hubiera gustado quedarme besándola.

Ya en su habitación, entrando sin que me vieran, cogí una mochila y metí dentro la ropa. Ella hizo lo mismo cuando entró después de hablar con sus padres.
-Ya les he dicho que mañana me voy. Aunque seguimos sin saber a dónde.
-Ya improvisaremos. –iba a ponerme unos pantalones para dormir.
-¿Qué haces? –dijo al verlos en mi mano -¿Por qué no vuelves a dormir como ayer? –sonrió. Volví a sentirme incómodo. –No te pongas así, ya te acostumbrarás. –me quitó los pantalones que me iba a poner y me empujó a la cama. –Vamos quítate la ropa. –se giró y se puso el pijama. Al ver que no me había quitado ni la camiseta volvió a hablar. –Yo también puedo acostumbrarme rápido. No me importa ser la que te desvista.
-Preferiría seguir durmiendo con ropa. Gracias.
-¡Ya! ¡Claro! –se sentó encima de mí y me besó. Aprovechó y me quitó la camiseta.
-Eso no vale.
-¡Ya! ¡Claro! –siguió besándome y bajó al cuello. Me tumbó del todo en la cama. –Definitivamente esos ojos… -dijo mirándome fijamente. Suspiró, me quitó los pantalones y siguió besándome. Paró y se separó de mí. Me miró de arriba abajo y sonrió. –Y definitivamente dormirás así a partir de ahora. –La agarré y la obligué a estar debajo.
-Está bien. A tus órdenes. –y continué besándola en los labios, en la oreja y en el cuello.
-Si me quitaras tú la ropa podríamos avanzar más –dijo parándome. Me tumbé a su lado. –Sabía que pararías. Eres demasiado predecible. –apoyó su cabeza en mi pecho de nuevo y me abrazó –Buenas noches.
-Buenas noches.



Aunque era jueves el despertador no sonó. Lo habíamos quitado la noche anterior. Cristal se levantó primero, se vistió y bajó. Yo la imité al poco rato y bajé las dos mochilas. Estaba preparando un desayuno rápido. Comimos y nos fuimos enseguida. Me recordó que usara las gafas de sol justo antes de salir. -¿Cómo puedes ser tan despistado de cómo vas? –comentó y yo simplemente me encogí de hombros. Salimos de la ciudad sin destino fijo por la misma carretera por la que me fui la primera vez. Abríamos seguido el rumbo tranquilamente pero entonces una caravana de coches se detuvo a nuestro lado. Salieron un montón de hombres armados apuntándonos. Yo me puse entre Cristal y aquellos soldados, pude reconocer a Eduard entre ellos. Por instinto volví a sentir la energía a mi alrededor. Pude contar a treinta y dos hombres contando con los conductores y los que tardaron un poco más en salir. Nos quedamos quietos, observando lo que hacían y ver si decían algo. Pero se mantuvieron callados todos y cada uno de ellos. Solo nos apuntaban esperando algo. Ese algo fue un hombre que salió el último, pero no era de los que había contado. No podía sentir su energía y eso solo significaba una cosa. Era un poco más alto que yo, llevaba gafas de sol pero podía imaginarme cómo eran sus ojos, el pelo muy corto y castaño. Se movía como si todo le perteneciera, confiado. No lo conocía pero me irritaba solo por cómo salió del coche y andaba hacia nosotros. Eché un poco hacia atrás a Cristal.
-Perdone señorita. –Empezó a hablar aquél hombre. –¿Podría apartarse de ese hombre? Creo que no sabe quién es.
-Claro que sé quién es. Es mi novio. –contestó -¿Tiene algún problema con él?
-Verá. Si se niega a alejarse de él se la considerará enemiga de Dios y no habrá piedad alguna. –Dijo quitándose las gafas. Mostrando unos ojos iguales a los míos. Lo sabía pensé. –ese es Diablo
-Que te jodan. –dijo haciéndole un corte de manga.
-Ya habéis oído –respondió calmado. –disparad. –Me giré, agaché a Cristal y la cubrí con mi cuerpo. Cuando se les acabó el cargador y empezaban a recargar. Me levanté y rápidamente me abalancé contra Dios, pegándole en el estómago y lanzándole por los aires. Parecía sorprendido. Luego derribé a todos los soldados antes de que pudieran reaccionar. No maté a ninguno. Dios se recuperó en el aire y fue directo a por mí. Intentó golpearme en la cara pero me cubrí, aunque me echó para atrás. Cuando me detuve levanté la mirada, volvió a intentar lo mismo de antes. Lo esquivé por mi izquierda y lo tumbé en el suelo con todas mis fuerzas. A él pareció dolerle, al suelo un poco más y le hacía un agujero. Le pegué una patada en el costado para mandarlo lejos y salí corriendo a por Cristal. La cogí en volandas, utilicé mi energía para que hiciera copias nuestras y de la energía de Cristal y huí.


jRS
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