sábado, 29 de marzo de 2014

La decisión de un Diablo - Capítulo 15

Al cabo de horas y horas corriendo noté que la energía que había usado para despistar a Dios volvía a mí, aunque no paré. Ya llegada la noche y después de haber recorrido medio planeta me detuve.
-Sí que corres. –estaba completamente despeinada. La solté  –¿Y vas de chulito o qué? Peleando con Dios sin siquiera quitarte las gafas. –se burló -¿Qué? ¿Estás cansado? –terminó diciendo, algo más seria.
-No, podría seguir mucho más tiempo, pero sería una tontería.
-¿Cómo nos ha podido encontrar? –dijo tocándose el pelo -¿Cómo tengo el pelo?
-Ni idea. Es la primera vez que nos vemos y aun así me ha localizado sin problema. Y tu pelo está perfectamente.
-Eduard estaba con ellos. ¿Te has fijado? Y no te burles, tengo el pelo fatal. -Sonreí
-Sí, me he fijado.
-Sobre las cosas que dijo sobre ti… Él estaba convencido de que tenías algo que ver con Diablo. ¿Pudo haber influido en localizarnos?
-Lo dudo, pero cualquier cosa es posible. -Nos hallábamos en lo alto de una montaña, en una cueva. Cristal sacó de la mochila ropa y se la puso encima.
-¿Tú no tienes frío? –La abracé.
-Solo estaremos aquí hasta que pueda ocultar tu energía. Solo me llevará un par de horas. –esperó paciente en mis brazos a que terminara y bajamos la montaña de la misma forma que habíamos subido.


Seguimos andando por la base de aquella cordillera llena de árboles. Estuvimos así un par de días, cazaba los animales que encontraba para comer. A ella le parecía divertido hacer estas cosas tan fuera de lo común. A mí me encantaba verla feliz. Llegamos a un pueblo y nos quedamos en el primer motel que vimos. Al fin Cristal podría descansar en una cama, aunque ella dijera que yo era lo suficientemente cómodo para dormir.
-¿No crees que ya hemos esperado suficiente? -dijo después de tanto tiempo callada
-¿Qué?
-Vamos a hacerlo.
-A mí no me parece que hayamos esperado tanto. –contesté intentando evadir el tema
-Yo cuento once años. Me parece demasiado. –Se quitó la parte de arriba de la ropa y me besó. –vamos. –resistirme a sus deseos era imposible para mí. Le sujeté la cabeza con ambas manos y seguí besándola. Me quitó la camiseta, la llevé hasta la cama mientras la besaba y le quité los pantalones cuando cayó. La tumbé y de sus labios pasé a su cuello. Volví a desactivar el sentir la energía, no era seguro pero quería concentrarme solo en ella. Quería que ella fuera toda la existencia, todo mi mundo. Le quité el sujetador y ella me quitó los pantalones. Íbamos lentamente, no teníamos prisa. Pasé a estar debajo y entonces sentí cómo me chupaba el cuello. El resto de la escena es de mi propia intimidad, suficiente he hablado sobre ese momento.

A la mañana siguiente me desperté con Cristal mirándome, sentada con las piernas recogidas.
-¿Pasa algo? -pregunté incorporándome
-He estado pensando… si lo que llamamos alma es simplemente energía… ¿De dónde viene que le demos tanta importancia? ¿De verdad lo que define el alma es lo que nosotros conocemos?
-No te entiendo.
-¿Es posible que el verdadero concepto de alma lo hayamos perdido? –me mantuve callado. -yo creo que es algo más.
-Dime qué crees que es.
-Yo creo… o me gustaría creer… que el alma es nuestra verdadera esencia. –La miré sin comprender. –puede que el cuerpo sea el que sienta, piense, experimente. Pero quiero creer que nuestra alma es la que se va formando a lo largo de nuestra vida: nuestra personalidad, nuestra forma de ser, todo lo que terminamos siendo. Y cuando uno de los Dioses dijo que podía ver el alma todo el mundo le creyó y pensaron de verdad que la energía es el alma. Haciendo que el concepto que teníamos cambiase.
-¿Quién eres tú y qué has hecho con Cristal? -estaba boquiabierto
-¿Eh?
-Jamás se me habría ocurrido darle vueltas a eso. Entonces de lo que yo hablaba de pequeño era del alma.
-Sí. –sonrió –y en ese concepto nadie nos puede arrebatar nuestra alma y es única e intransferible.
-Suena bien. –sonreí
-Te he sorprendido ¿Eh?
-ni siquiera parecías tú.
-¿Cómo se supone que me tengo que tomar eso?
-Significa que nunca paras de sorprenderme. Que nunca seré capaz de comprenderte del todo. Y eso es algo que me encanta. –la besé -¿Qué te parece si nos vestimos?
-¿Qué? Yo quiero quedarme así un rato más. –reí
-¿Cuánto es un rato?
-¿Todo el día?
-A tus órdenes.



No nos quedábamos mucho tiempo en el mismo sitio. Vivíamos en el camino y nos quedábamos en algún que otro motel cuando llegábamos a algunas ciudades y pueblos. Pasaron semanas, nos pareció que habíamos logrado despistar a Dios pero en una de las ciudades vimos en un periódico nuestras caras. Desde ese momento conseguimos ropa con capucha y fuimos ocultando nuestra cara en los lugares poblados. Yo propuse que al menos nos cortáramos el pelo pero ella se negaba, le encantaba cómo íbamos. En la ciudad sentía la energía a treinta metros, en la carretera lo ampliaba a tres kilómetros para evitar que nos cogiera un coche por sorpresa. Pero como dicen: no todo dura para siempre.

Sin darnos cuenta nos habíamos dirigido en dirección al pueblo en el que nos conocimos. Allí no había comunicación y no sabían nada de Dios ni Diablo. Era como un pueblo neutral que ignora lo que ocurre en el resto del mundo. Después de estar allí un par de semanas nos fuimos. Aunque no supieran qué ocurre en el exterior, llamaríamos la atención si nos quedábamos allí demasiado sin una razón. Pasamos otra semana yendo de un sitio a otro sin parar, aunque nuestra dirección no era fija. A veces íbamos al norte, otras al este, improvisando cada movimiento. 


Al cabo del tiempo entramos en una ciudad, pero no había nadie. Era muy extraño, la ciudad debía tener miles y miles de habitantes, ¿Cómo es que no había nadie en la calle? Ni siquiera había gente en sus casas. Amplié el rango, me costó concentrarme un minuto pero sin problemas lo hice. No había nadie en toda la ciudad. Me daba muy mala espina y le dije a Cristal de dar media vuelta, ella accedió sin problemas. Nos giramos y allí estaba él otra vez.
-¿Te vas a quedar huyendo todo el tiempo? No consideraba a Diablo un cobarde. –gritó alzando sus brazos.
-No quiero pelear. –le contesté avanzando despacio.
-Pues yo sí. Eres un mal que debo erradicar.
-No le he hecho nada a nadie.
-Absorbiste cinco almas. ¿Te parece poco? -¿Almas? ¿De verdad cree que son almas? –Todas las almas me pertenecen, no permitiré que destruyas lo que mi antepasado creó con tanto esfuerzo
-¿Qué sabes tú del primer Dios?
-Lo suficiente
-Lo que quiere decir que eres un ignorante. Lo que tú y yo vemos no son almas, es la energía que fluye por nuestros cuerpos.
-No intentes confundirme.
-¿De dónde crees que viene nuestro poder? –no me entendió o no quiso hacerlo.
-En guardia. Acabaré contigo. –dio un salto en horizontal directo a por mí.
-¡Aléjate! –le grité a Cristal. Esta vez no me cubrí. Fui a golpearle y nuestros puños chocaron. La energía que salió del choque repelió el aire un momento. Nuestros movimientos eran rápidos: golpeábamos, esquivábamos y nos cubríamos. Ninguno de los dos se movía del sitio, nuestros pies parecían estar clavados en el suelo. Cristal observaba desde lejos. Entonces conseguí desequilibrarle y estampé su cara contra el suelo, rompiendo el asfalto. En ese momento recordé que no tenía que preocuparme por causarle demasiado daño, con que no fuera mortal podía intentar hacerle heridas que le impidieran moverse. Aunque no quería, era la única opción. No me dejaría hacer lo mismo que la otra vez. Pero tampoco iba a ser fácil incapacitarle. Aprovechó que tenía agarrada su cabeza para coger mi brazo y girándose me lanzó contra un edificio. Los golpes dolían. Se abalanzó hacia mí antes de que pudiera apartarme de la pared en la que acababa de dejar mi silueta. Me separé lo que pude y detuve su puñetazo, lo intentó con el otro y también lo paré, ahora una patada y salté para esquivarla. Tiré de sus brazos y le di con ambos pies juntos en la cara. Se echó hacia atrás tambaleándose y la cara tapada. Se volvió a poner en guardia y podía ver que estaba sangrando. Tenía ventaja, no debía desaprovecharla. Esta vez me abalancé yo sin dudar y se cubrió de mi puñetazo. Seguí golpeando y empujándole hacia atrás hasta que nos acercamos al siguiente edificio en la otra acera. Entonces detuvo un golpe, me agarró y me estrelló de nuevo contra la pared. Esta vez más fuerte. Dio una serie de golpes consecutivos en mi pecho, yo puse toda mi energía en cubrir donde me golpeaba. Se inclinó hacia atrás para coger fuerza y de un último puñetazo hizo que atravesara todo el edificio. No sufrí ningún daño severo, solo un leve golpe en la cabeza que provocó unos segundos de mareo y mis extremidades entumecidas. Menos mal que siempre hay energía protegiendo mi cuerpo aunque solo sea un poco, de lo contrario a saber cómo habrían quedado con cada muro por el que pasé.
-¿Qué le pasa? Me atribuye la destrucción y es él quien se dedica a destruir el escenario. –De un salto atravesé el agujero recién hecho y volví a donde estábamos antes. Giré mi cabeza buscándolo y vi a Dios agarrando del cuello a Cristal. En un segundo la ira entró en mi cuerpo. Mi pecho y ojos ardían. Me moví más rápido de lo que había hecho nunca y al llegar a su lado, le di una patada que lo estrelló contra otra pared lejana. Miré a Cristal, estaba bien. Dios se estaba levantando y me abalancé sobre él otra vez igual de rápido. Parecía sorprendido al ver mis ojos. Le golpeé con rapidez y fuerza. Él no pudo responder a ninguno de mis movimientos. Seguí así hasta que Cristal me detuvo.
-Kazuo. Ya basta. No puede hacer nada más. No te conviertas en lo que quieren. No acabes con más vidas. -Dios estaba lleno de sangre, inconsciente y con una pierna y un brazo completamente aplastados y rotos. Se recuperaría en uno o dos días, puede que incluso en horas si se concentraba y empleaba bien la energía. Asentí a la petición de Cristal y nos fuimos.



jRS
Licencia de Creative Commons

No hay comentarios:

Publicar un comentario