miércoles, 10 de septiembre de 2014

Shinkalia II - capítulo 2

Durante dos días estuvieron ocupados organizando los nuevos materiales, tanto provisiones como armas y metales con los que se puede trabajar. Separan lo que usarían a largo plazo, lo que usarían a corto plazo, lo que venderían en la tienda y lo que venderán en el viaje que harán a otros pueblos. Lo que principalmente  les escasea, es energía para recargar los dispositivos de vibración. Así que cuando terminaron, cargaron el carro y decidieron los encargados del viaje.

Murray, el chico nuevo. Natasha, una mujer de cuarenta años con el pelo castaño y largo que encerraron a los treinta, mide 1’68. Mórfidus, el Scrypxilor. Ser, un hombre grande y fuerte, calvo y porta un mandoble recién reparado, mide  2 metros. Pérsilons, un Hambrisulos, una especie que asemeja a los lobos pero sin el pelaje y con la capacidad de hablar. Risk, un chico de dieciséis que le encantan las pistolas y disparar a todo lo que puede, con el pelo corto y rubio, mide 1’71. Por último Sandra, una chica de veintisiete, posee grandes capacidades de negociación y persuasión y tiene el pelo muy corto,  de color verde claro, mide 1’72.

Tardaron cinco días en llegar a su primera parada. No tuvieron contratiempos en el viaje. Pudieron conseguir la energía que necesitaban y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente en la salida se toparon con dos cadáveres humanos. Murray pidió que esperasen un segundo y rezó delante de los muertos. Los demás se extrañaron, no es común y mucho menos en un asesino, pero cada uno tiene sus costumbres. No le preguntaron a qué religión, de tantas que existen, era esa costumbre. Está muy mal visto, sobre todo en el bajo mundo, preguntar por cuestiones religiosas.


Después de una larga caminata, se encontraron con un hombre tumbado boca abajo en el camino. Al verlo se detuvieron y pensaron en qué hacer. Decidieron que Mórfidus fuera a comprobar su estado, los demás se prepararían por si se trataba de una emboscada. Más vale prevenir.

Mórfidus giró el cuerpo para poder inspeccionar su estado. No tenía ninguna herida. Lo zarandeó suavemente para despertarlo. El hombre abrió un poco los ojos

-A…gua… -consigue decir a duras penas.

Vuelve rápidamente con los demás y coge un poco de agua. Ahora también va Ser junto a él. Se la 
ofrece al hombre y bebe sin reparo.

-¿Mejor?
-Sí. Muchas gracias. Me has salvado. –Se aleja un poco para dejarle respirar.
-¿A dónde te diriges? –Le pregunta Ser.
-Pues…

En ese momento un gusano sale de la tierra no muy lejos y se lanza a por Mórfidus y Ser. Justo a tiempo, Ser agarra a Mórfidus y salta. Al recuperarse se giran, el hombre había desaparecido, pero era el momento de preocuparse de ellos mismos.

Risk saca sus dos pistolas y corre para ayudarles. Los demás se alejan un poco del carro, atentos a que pueda aparecer en cualquier lugar y cualquier momento, manteniendo la distancia para que el gusano no pudiera comerse a más de uno al mismo tiempo. Ninguno habla, solo se preocupan de sobrevivir e intentar que los demás también lo hagan, sin hacerse el héroe en ningún momento. Quietos, no notan ningún movimiento de tierra. Están asustados.

Risk está entre el carro y el lugar donde están Ser y Mórfidus, listo para disparar al gusano salga donde salga. El único inconveniente era la posibilidad de que saliera justo a sus pies, no podría dispararle y moriría. Los segundos se hacen eternos. Entonces el gusano sale a los pies de Natasha, tragándosela de un bocado. Risk reacciona enseguida y dispara sin fallar ni un solo tiro, corriendo dirección al gusano. Ser también corre, con una mano en el mango de la espada. Los disparos atraviesan su piel sin problema, pero no le hacen daño mortal. Han perdido a una.

La cabeza vuelve a la tierra enseguida, pero el resto de su cuerpo aún está en la superficie, recibiendo los disparos  de Risk. Ser llega justo a tiempo para darle un tajo antes de que desapareciera, se vuelve a quedar quieto. La espera es agonía pura, cualquiera puede ser el siguiente si no conseguían predecir el próximo movimiento. Pérsilons entra en el último agujero que hizo el gusano, persiguiéndolo. Mórfidus se pregunta cómo era posible que el gusano hubiera adivinado el lugar exacto de Natasha si ella estaba quieta, sin producir vibración ninguna. Los gusanos diurnos no son capaces de localizar a su objetivo, así que debía ser nocturno. Pero ¿Por qué estaba allí en pleno día? Observa detenidamente el escenario, algo se le ha debido de pasar.

Entonces ve al hombre al que ayudó, oculto con una manta del color de la tierra y con un extraño dispositivo. Corre sin dudar a donde está. El gusano nota las pisadas apresuradas y se lanza directo a ellas. Justo cuando iba a llegar a la superficie un dolor le impide salir. Mórfidus había llegado a donde estaba el hombre y le agarraba por el cuello con una de las manos.

-¿Qué es ese aparato? –le dice enfadado
-Esto… -está muerto de miedo
-Qué patético que un miedica como tú nos haya puesto en esta situación. ¡Habla!

Le aprieta un poco el cuello. El hombre suelta el aparato. Mórfidus lo rompe pisándolo. El gusano vuelve a ir a lo más profundo que puede. Es nocturno, no comprendía qué hace allí a esas horas.

-¡Acercaos! –Les grita a sus compañeros. Dudaron un momento y luego obedecieron.

-Al parecer este tío ha controlado al gusano con ese aparato –señala la máquina ahora rota. –supongo que a todos os pareció raro que un gusano nocturno nos atacara. –asintieron. –Bien, ¿Qué hacemos ahora con él? Nos ha costado una compañera.
-Estas decisiones las suele tomar el jefe. –Dice Risk –Yo solo sé de disparos, no me metas en esta decisión. –Y se fue de vuelta al carro.
-Propongo que lo matemos, no nos beneficiará llevárnoslo para un castigo. Sería un desperdicio de comida. –Interviene Murray
-Podríamos llevárnoslo sin darle ni comida ni bebida. Dejando que muera lentamente. –Dice Sandra enfadada

Pérsilons vuelve a salir del agujero y se acerca a sus compañeros.

-El gusano ha vuelto a lo más profundo de la tierra. ¿Por qué nos ha atacado un gusano nocturno?–Le señalan el aparato. –ya veo. Supongo que estáis decidiendo el castigo.
-¿Qué dices de llevárnoslo en el carro y dejar que vaya muriendo de hambre y sed? –Le comenta Ser.
-Que disfrutaría mucho después de lo que hizo.
-Entonces de acuerdo –Dice Mórfidus. –Atémosle

Antes de continuar Murray se puso delante de donde murió Natasha y rezó. Esta vez se llevó más de los dos minutos que había empleado con todos los cadáveres que se había encontrado.Se turnaban para vigilar y fastidiar a su prisionero. Después de un día de trayecto estaba casi desmayado.

Para cuando llegaron al segundo pueblo el prisionero ya había muerto de hambre y dejaron en el camino su cadáver. Todos estaban desanimados, Natasha fue una buena compañera. Murray no la llegó a conocer como los otros pero igualmente lamentaba su pérdida. Reabastecieron las balas que usó Risk, mejor que sobre, y después de vender algunas mercancías se pusieron en marcha de nuevo.

En los últimos dos pueblos que visitaron no tuvieron problemas, ni en el viaje ni dentro.Partieron muy temprano del último, pero no debieron hacerlo. A las pocas horas andando notaron un pequeño temblor. Se mantuvieron quietos, atentos a cualquier movimiento sospechoso. No había nada ni nadie más que ellos en aquella llanura árida. Temieron otro gusano. Entonces de la tierra salieron dos gusanos, diferentes del último: Dos rayas rojas pasaban por su cuerpo en círculos. Aquella marca indicaba que eran gusanos diurnos.

Risk saltó lejos del carro mientras disparaba a ambos objetivos. Volvieron a ir bajo tierra y Ser empezó a correr también. Murray empezó a seguir a Risk y Pérsilons siguió a Ser. Gracias a los temblores se podía aproximar cuándo saldría el gusano del suelo. Es difícil esquivarlos, hay que ser lo suficientemente rápido, pero no imposible. Ser no llegó a tiempo para atacar antes de que el cuerpo del gusano más cercano desapareciera.

Los cuatro corrían sin parar, provocando que saliera. El primero en salir atacó a Ser, que saltó enseguida y Pérsilons se agachó, teniendo el cuerpo de aquella bestia justo encima, como quería. Con sus afiladas garras le atacó. Las mantuvo con todas sus fuerzas, rajando el cuerpo, hasta que no pudo más y retrocedió. El gusano, dolorido, volvió a meter la cabeza bajo tierra. Ser, en cuanto cayó a suelo firme, lo atravesó con el mandoble y, sin demasiado problema, le hizo una herida que pasaba por casi todo el cuerpo. Con eso creían que sería suficiente, que ya moriría por el desangramiento.

El segundo atacó a Murray. Se quitó sin problemas de su trayectoria y le pudo dar un par de cortes. Risk vació el cargador antes de que volviera a desaparecer. Recarga, ahora los dos están completamente quietos y no deja que los cargadores caigan. Los lanza lejos y segundos después de caer el gusano sale, cayendo en ese estúpido truco. Repitieron esa jugada hasta que no volvió a salir, creyendo que ya habrían acabado con él.

Se reunieron de nuevo en el carro. Contaron la munición que había gastado: la mitad de la que llevaban. El cuchillo de Murray empezaba a desgastarse, normal después de cortar tanta piel de gusano. Siguieron andando, contentos de que hayan sobrevivido todos. Aunque ya estaban cansados del viaje, solo querían volver.

Si encontrarse con dos gusanos diurnos era raro en esa zona, al encontrarse un tercero maldijeron su suerte. Esta vez Risk no disparó, debía guardar toda la munición que pudiera. Se encargaron Pérsilons, Murray y Ser.

-Esto no me gusta nada –empieza Mórfidus. –Si seguimos por esta zona seguramente aparecerán más.
-¿Cómo es posible? Esta no es su zona –dice Sandra.
-La razón no importa. –interviene Murray –Lo importante, es qué hacemos ahora para evitar ser la merienda de una de esas cosas.
-¿Creéis que también habrá gusanos nocturnos? –pregunta Mórfidus –Normalmente no están ambos en la misma zona. Tendremos que elegir entre instalar los dispositivos de vibraciones y esperar a la noche o continuar caminando.

Instalaron los dispositivos sin ningún problema. Algunos intentaron dormir un poco. Al llegar la noche Murray salió del radio de seguridad y se quedó quieto, los gusanos nocturnos son capaces de hallar ellos solos a su presa sin necesidad de que ésta se mueva. Un ligero temblor y volvió enseguida junto a los demás. No sabían cómo volverían ahora, estando rodeados de tantos gusanos.No pueden luchar eternamente y mucho menos salir todos vivos de cada batalla. La energía que mantiene los dispositivos de vibraciones podría durar una semana estando todo el tiempo conectada. Pero qué hacer para moverse y salir con vida es crucial.

Aguantaron varios días sin hacer nada. Ambos tipos de gusanos se mantenían en la zona. De vez en cuando veían alguno salir y luego volver a entrar. Entonces al cuarto día vieron que uno no volvía a meterse bajo tierra, se mantenía completamente quieto. Otro saltó y le ocurrió lo mismo. Poco a poco se amontonaron cuerpos de gusanos a lo lejos. Pérsilons fue el primero en fijarse y avisó a los demás. Miraron estupefactos la montaña que se estaba formando.

-Deberíamos ir a mirar qué está pasando –dijo Pérsilons
-Vayamos tú y yo. No es seguro que vayamos todos –terminó Ser
-¿En serio? Podríamos desmontar el campamento e ir. Si hay algo que esté matando a los gusanos podría ser nuestra oportunidad de irnos –intervino Murray
-O podría también matarnos a nosotros. Hasta que sepamos qué les está pasando, es mejor ser precavidos –sentenció Sandra. Se miraron y asintieron.

Ambos se acercaron. Ningún gusano les salió en el camino. Entonces cuando estaban casi al lado de la montaña, uno saltó y fue a por ellos. Se apartaron enseguida a sus lados y Ser notó que algo le salpicaba. Se miró y vio sangre. Luego dirigió la mirada al gusano y vio que estaba completamente inmóvil con una raja que lo abría en dos.

-¿Ser?

Escuchó una voz conocida. Una voz que no imaginaba oír ahí. Una voz que no quería oír ahí. Se giró y vio lo que temía.

-Zaykia. ¿Qué tal? –sonríe como puede, pero está nervioso.
-¿Qué haces por aquí, Ser? ¿Estás solo? –Sonríe. Da miedo su sonrisa macabra y su mirada de loca. Llena de sangre, con la katana desenfundada y apoyada en el hombro derecho.
-¡Qué va! Estábamos de viaje y en la vuelta nos hemos topado con demasiados gusanos.
-¡Ja! Menuda panda de debiluchos sois. –entonces aparece Pérsilons –¡Anda! ¿Qué tal perrito? ¿Por qué no nos reunimos con los demás y hablamos con más tranquilidad? –Ambos asienten –Genial.

Ninguno se llevó una sorpresa ver que Zaykia era la causa de aquella montaña de gusanos. Lo que les extrañaba es qué hacía allí. Tenían entendido que prefiere quedarse en su escondite sin hacer nada. Sandra se escondió detrás del carro antes de que ella pudiera verla. Cuando vio a Murray se acercó a él y le cogió de la camisa para bajar su cara más cerca de la de ella.

-Espero que el vejestorio te pusiera en cintura, porque como se te ocurra provocarme ahora no habrá quién te salve.
-Lo hizo… Te pido perdón. –Odia haber tenido que disculparse.
-¡Je! Está bien. –disfruta el momento en el que Murray reconoce su inferioridad. –Entonces estáis aquí como una panda de gilipollas esperando a… -se sienta en el suelo, con las piernas cruzadas. Deja la katana desenfundada y su mochila en el suelo.
-A que se nos ocurra cómo irnos. –dice Mórfidus
-Entonces supongo que el vejestorio tendrá que dejar de contar con vosotros. Dudo mucho que se os ocurra algo. –no iban a pedir a Zaykia que les ayudase, solo se reiría de ellos. Aunque conocían una forma de convencerla, pero no querían tener que dárselo.
-¿Disfrutas con esta situación? –Le pregunta Murray
-Disfruto de todo lo que hago –Amplía su sonrisa al decir eso.
-¿Y cómo es que tú estás aquí? –aventura Risk.
-Cazando. Me han dicho que se puede hacer ropa con la piel de esos bichos, que la sangre se limpia mucho mejor y resiste el mal tiempo de este dichoso planeta. Así podré dejar de ir tan ligerita para ahorrar tela y llevar ropa en condiciones.

Observa mejor el lugar. Se fija en el carro y ve de refilón una pierna. Se levanta y los demás se intentan poner en medio. 

-¡Oh! ¡Qué valiente! –se mofa -¡Sandraaa! –Grita juguetona –Eres tú ¿Verdad? ¡Sal! 

Rodea el pequeño muro que habían formado y se dirige al carro.

–Hola

Sandra da un pequeño salto y se aleja, asustada. Con cada paso que daba hacia atrás Zaykia se acercaba otro. Hasta que Mórfidus y Risk se pusieron en medio. Zaykia dejó de sonreír.

-No tienes motivos para hacer eso. –dice Mórfidus
-¿Ahora necesito un motivo? –le contesta de mala gana.
-Sabes que sí. –Zaykia suspira.
-Sabéis que podríais salir de aquí con vida.
-No nos interesa –dice Risk
-¡Qué compañerismo! –Se burla. -¿Qué pasa, Sandra? ¿Vas a permitir que muráis todos por tu culpa?
-No nos vengas con eso. –le espeta
-¡Cállate!

Intenta calmarse, pero los nervios podrían con él en cualquier momento. Si pierde los estribos Zaykia no dudaría en matarle. Quizá si dudaría, pero solo por el sermón que le soltaría Gítercol y porque está interesada en mantener con él los negocios.

-Zaykia –interviene Pérsilons –Sabes lo que opina el jefe
-A mí me parecería un trato justo. Pero todo depende de Sandra ¿Verdad? –Vuelve a dirigir su mirada a ella. Murray era el único que no entendía lo que estaba pasando.
-¡Está bien! –Dice Sandra
-¡Sandra! –exclaman todos casi al mismo tiempo.
-Pero tienes que llevarnos a todos con vida a Skulltrez. Si muere uno solo, se cancela mi parte del trato… Esas son mis condiciones.
-¡Genial! –sonríe de nuevo. –Iré a coger la piel de esos gusanos y nos largamos. Id desconectando esos cacharros.

Metió la fina y resistente piel casi entera de dos gusanos en su mochila, que antes estaba vacía, y se reunió con el resto. No llevaba la funda de la katana ni comida, solo la mochila, la katana y las telas que llevaba puesta a punto de romperse. Fueron dirección al último pueblo que habían visitado. Los gusanos atacaban cada una o dos horas. Ella acababa enseguida con ellos, disfrutando. Algunas veces un corte atravesando todo el cuerpo, también les cortaba la cabeza, otras se metía en dentro del bicho y lo cortaba desde dentro. No podía evitar comentar “Qué asco” cuando volvía a salir por la boca. No lo mataba desde dentro por gusto, un par de veces fue por empujar al que tenía que proteger y ponerse en su lugar.Otras porque no le apetecía esforzarse en esquivarle y viene directamente desde sus pies.

En el pueblo por el que habían dado la vuelta, Kiltaron, esperaron a que Zaykia obtuviera su paga y la ropa que le prometieron. Salió de aquella tienda con unos pantalones ajustados, una camiseta de manga larga y una chaqueta abierta y de manga corta con el marrón de la piel de gusano. También había conseguido una mochila hecha del mismo material.

-¡Vaya! –Habla para ella misma –Es bueno haciendo esto. Queda genial. –Las líneas rojas daban buen aspecto a las ropas: los pantalones la tenían descendiendo en caracol a una separación de quince centímetros; la chaqueta tenía una línea en cada hombro que se unían a la altura del ombligo; la camiseta era lo único que no tenía; la mochila llevaba una equis.

En el trayecto de vuelta, Zaykia seguía disfrutando de la matanza. Tal como le habían comentado a Murray, es sádica y no se sacia con facilidad. Llegaron todos sanos y salvos a Skulltrez en dos días. En la tienda de Gítercol se habían empezado a preocupar por ellos. Si hubieran tardado un par de días más, habrían mandado un equipo de búsqueda.

-¿Zaykia? –fue lo primero que dijo Gítercol al verles
-Hola viejo. -Se sentó a la mesa con los demás
-¿Cómo tú por aquí?
-Tenemos que hablar. –Gítercol asiente y la lleva a su habitación.
-Oye ¿Qué ocurre? ¿Por qué está ella aquí? –Pregunta uno al grupo recién llegado en el momento que salió de la habitación
-Ella nos ha traído de una pieza. –Todos se quedaron boquiabiertos, no se lo creían
-No os pongáis así –dice Ser –Sabéis qué le hemos dado para convencerla ¿Verdad? –se odia por no haber sido capaz de evitarlo
-¿Y Natasha? –Pregunta una de las mujeres.
-Un hijo de puta…Controlaba un gusano y la mató. –a todos les supo mal esa noticia.
-¡Eh! Sandra ¿Estás segura de lo que hiciste? –le preguntó Pérsilons ahora que Zaykia ya no podía oírles
-Era la única opción que teníamos de salir con vida
-¿No hay nada que podamos hacer para remediarlo? –Dice Murray, que sigue sin saber qué le han dado a Zaykia.
-Si averiguas el modo, avísanos. –Dice Risk de mala gana y se larga a dormir a su cama.
-¿Darle de comer no serviría? –Todos se rieron
-¿Pero qué dices?
-¿Te han golpeado en la cabeza?
-Parece que tiene sentido del humor
-Lo digo en serio. -contestó a todos esos comentarios -Hace días que no come y solo ha estado matando gusanos. –entonces dejaron de reír. Los compañeros del viaje le miraron extrañados. -¿No os habíais fijado? En su mochila no llevaba comida, solo la piel de los gusanos. Cuando la dejó llevaba metal, aunque no sé exactamente cuál. –Negaron con la cabeza.
-Debió de comer antes de dejar Kiltaron.
-Entonces lleva dos días sin comer ni beber. Y la espada que lleva está muy desgastada. –todos se pusieron a pensar si podrían hacer algo para evitar darle lo que prometieron.

Zaykia se sentó en la silla de madera y Gítercol en su cama, uno enfrente del otro. No para de dar vueltas a la katana, distraída y seria.

-Bueno –finalmente empieza a hablar Gítercol -¿Qué ocurre?
-Quiero que la repares–le lanza la katana de lado. –en mi mochila hay metal de sobra, quédatelo.
-Dudo que me hayas hecho traerte aquí sólo para esto.
-Dudo que tenga que explicarte cómo me convencieron para traerlos aquí vivitos y coleando. -Gítercol suspira -espero que te tranquilice saber que fue decisión de ella
-Igualmente, no creo que sea lo que quiere.
-Era la de las opciones, la menos mala.
-Pues tú dirás. -Gítercol se sentía con las manos atadas, sabe que ella lo estaba deseando desde el momento que vio a Sandra
-Mmmmm… No sé. Ya cobraré el pago en otro momento. Ahora mismo no me apetece. –Se levanta -Volveré en cuatro días. La quiero lista para entonces.
-¡Oye! -Le dice antes de girar el pomo -¿Te encuentras bien? Estás muy extraña
-Al norte hay unos rumores muy curiosos. Cuando lleguen aquí y te enteres… entenderás por qué estoy tan seria. –Abre la puerta -Nos vemos.


Se alegraron de que se fuera sin hacer lo que le habían prometido, aunque el jefe les dijo que volvería en cuatro días y que en cualquier momento podría cobrar su pago. Mandó al herrero a reparar la katana y a los demás a trabajar en lo suyo. Los recién llegados descansaron. Gítercol le estuvo dando vueltas a los rumores que tendrían que llegar en cualquier momento: ¿Qué puede ser para que Zaykia no quiera cobrar lo que exigió para hacer el trabajo? ¿Para que tenga una actitud tan distraída y pensativa delante suya? Se imagina tonterías mientras no sabe qué hacer, hasta que finalmente  todo el mundo se va a dormir.



JRS
Licencia de Creative Commons

No hay comentarios:

Publicar un comentario