miércoles, 16 de abril de 2014

Homeless. Sexto acto ¿REALIDAD?. (22) Arresto.

-      Esto no puede seguir así Cristina.

Mientras conducía, Marcos intentaba convencer a su compañera para  que pidiera ayuda a un profesional.

-      Mira, no tienes de que avergonzarte. Nuestro trabajo es muy jodido. Todo el día viendo lo peor de esta sociedad…

A pesar de sus intentos Cristina continuaba sin hacerle mucho caso. Unas gafas de sol impedían mostrar una mirada perdida, reflejo de una mente a la que poco le importaba hacia donde fueran o que es lo siguiente que les podía ocurrir. La verdad era que Marcos estaba hablando para una pared.

-   Tú sabes bien que sé de que te hablo. ¿Ya no recuerdas lo mal que lo pasé con la separación?...Entonces fuiste tú  misma quien me insististe en que pidiera ayuda. ¡Coño, si hasta me llevaste a esa asociación de alcoholismo!...

Cristina seguía sin responder, era una estatua sentada en el sitio del copiloto.

-      Gracias a eso pude salir a delante. Allí me ayudaron….Venga Cristina, si quieres buscamos a un psicólogo. Yo te acompañaré si no quieres decir nada a nadie…

Un aviso por radio de la comisaria fue la única contestación que obtuvo Marcos.

-      A todos los agentes. Parece ser que un hombre que concuerda con la descripción del sospechoso de las desapariciones ha sido visto rondando de nuevo por el polígono industrial de Bahía.

Marcos miró a su compañera que seguía sin hacer ningún gesto. Desesperado por la actitud de su compañera, tuvo que responder al aviso mientras conducía.

-      - Central, aquí patrulla 12. Estamos cerca vamos para allá.



El coche patrulla apagó las luces y la sirena  conforme se acercaba a la zona.

-      ¿Ves algo?, pregunto Marcos a Cristina. Esta seguía sin responder cómo si con ella no fuera la película.

Marcos redujo la velocidad del vehículo y empezó a patrullar por el polígono. Suponía que como su compañera había tomado esa actitud tendría que ser él quien buscara al vagabundo mientras conducía. No esperaba mucha ayuda.

-      Para él coche. Allí está. Ese es el hombre que buscamos.

Hasta su compañero se sobresaltó al escucharla.  De repente la “zombi” resucitó sorprendiendo a su compañero. Efectivamente, un hombre parecido al que se veía en las imágenes estaba tirado en el suelo, apoyado en una pared de una de las naves del polígono. Incluso parecía llevar la misma sucia vestimenta.
El coche patrulla se acercó al mendigo. Éste no parecía tener intención de salir corriendo. De hecho, ni se inmutó cuando el coche paró a su lado.
Los dos policías bajaron del coche. Para continuar la sorpresa de su compañero, fue Cristina quién dirigió la palabra al vagabundo.

-      Señor, ¿Qué hace usted aquí?

Homeless levantó su mirada. Los agentes reconocieron al hombre de la grabación.

-      Descansar amiga,… descansar.

-      ¿Nos dice usted su nombre?, preguntó Marcos.

El vagabundo vaciló durante un momento. Realmente parecía confuso, como si se hubiera fumado un porro. Pero tras un rato callado, levantó la cabeza y respondió:

-       Mario…Mario Martín.

Cristina continuó preguntándole. Había tomado la iniciativa.

-      ¿Tiene usted algún documento que lo identifique?

Homeless mirando a la policía, negó con la cabeza. Se mostraba pensativo, como ido. Con movimientos, muy lentos, intentó levantarse. Al hacerlo, los dos agentes recularon un poco, tomando precauciones. Marcos tanteaba con la mano derecha su arma reglamentaria. No se fiaba de aquel hombre, ¿y si era un loco asesino cómo les había dicho el comisario?  
Cristina por su parte parecía más tranquila.
Pasado unos segundos, y ya de pie, el vagabundo  se volvió a dirigir a los agentes.

-      Pero les puedo decir mi número de identificación…44030398

Marcos sorprendido por la respuesta del indigente, intentó rápidamente memorizar el número.

-      Voy a comprobarlo, le dijo a su compañera mientras la avisaba con la mirada de que tuviera cuidado con él.

Mientras su compañero estaba en el coche patrulla comprobando los datos, Cristina no quitaba ojo a Homeless. Aun así, había algo en aquel hombre que le hacía no desconfiar de él.

-      ¿Cómo se encuentra señor?, preguntó.

El vagabundo sin hablar respondió a Cristina con una sonrisa y una mirada tranquilizadora.
Marcos salió del coche y se acercó al vagabundo:

-      Señor, tiene usted que venir con nosotros.

Homeless volvió a sonreír al escuchar esa frase. Le sonaba muy familiar. No puso resistencia, ni siquiera cuando Marcos les puso las esposas y le introdujo en el coche patrulla.
Antes de entrar en el coche su compañera le preguntó:

-      ¿Has podido comprobar su nombre?

-      Sí…, le confirmó Marcos - y nos está mintiendo. Ese nombre y ese número es de una persona que falleció hace un año.


jlrr

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